Page 65 - Julito Cabello
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El p roblema es que le tiraba unos
rayos y en vez d e sangre, adivinen lo que
chorreaba ... Qué tóxico, po r s uerte me
d esperté.
A la mañana siguie nte fuimos al
colegio bien normales, pero la cocina
d e mi casa (que parecía el epice ntro del
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terremoto Leo ncio) ya estaba mostrando
algunas réplicas.
Yo , bien pio la, me ded iqu é a es piar lo
que hacían los "adultos" .
Mi papá estaba revisando los d iarios
para buscar remates de vinos antiguos.
Ya tenía unos marcados con el lápiz.
Mi ma má estaba viendo otros diarios,
revisando anuncios de venta d e plantas
raras.
El Beltrán, que aho ra usa pañales
sólo de noche, estaba sentad o arriba
d el resto d e diarios. Y se no taba, de
puro olerlo , que no estaba interesado
en n ingún remate. Fue la C leme ntina la
que se dio cuenta d e que lo único que le
interesaba a mi hermano chico era que
lo cambiaran, po rque se había pasado.
Y su aroma era peor que el de mi papá
después d e la comida co reana. Dijimos
chao con el Aarón ("hum-chao", dijo
él) y nos fuim os a un lugar do nde nadie
co nocía la palabra "herencia": e l colegio.
Ese jueves nos tocaba con miss Coddou,
que ya me caía bien. No es q ue fuera