Page 16 - Summate número tres
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Los peones que somos, la educación que nos mueve



                                                                                            Por Josefina Vaca


          Nos mueven y controlan, desde el día que todavía nuestras mentes

          no se accionan. Somos peones, dispuestos y listos. Para la izquierda o

          la derecha, arriba o abajo. ¿Nuestro objetivo? “Comernos” al

          enemigo, atacar simplemente porque es de otro color o porque el

          jugador no es el mismo. No nos educan, nos dominan y someten a la

          autoridad.



          Están los peones azules, los rojos y los verdes. De distintas formas y

          estaturas (lo que define en qué línea jerárquica los posicionan). Lo

          más gracioso: la vestimenta. Medias altas y pollera, pantalón largo,

          zapatos, zapatillas, pañalón de vestir, camisa, jogging, suéter. La


          sanción si no respetás. Los de blanco, con una libertad encubierta. Y

          el de color, que le hicieron creer una falsa superioridad e inteligencia

          “mayor”, sobre ellos.


          Puros, hojas vacías hasta que llegan al tablero y los estructuran, los

          forman del color que quieren que sean, los colocan en filas. De

          menor a mayor y a un brazo de distancia. Los forman con libros de


          jugadas que repiten una y otra vez, sin salirse de lo que ahí dice, les

          indican, no les explican. Y si perdés sos un “fracaso”, quedas excluido.

          Si tu fuerte no es la jugada sino la estrategia, quedás aislado. No hay

          lugar a que alguien descubra el juego siniestro en el que estamos, ni

          para el que se rebela (o intenta hacerlo). No importa las horas que


          hayas pasado memorizando el libro de jugadas, porque solo eso se

          puede hacer, memorizar y repetir, como hacen ellos. Paso en falso y

          pasás a otro tablero, uno más veraniego y caluroso pero sin

          vacaciones, ni salidas. Tu castigo por no memorizar, tu castigo por no

          querer, tu castigo por demostrar que la jugada no está tan buena, y la
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