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América
¿Es la corrupción el problema de América Latina?
rrocamiento de Dilma Rousseff.[6] Vale agregar aquí (considerando que lo que preocupa es la corrupción) que el juicio político a Rousseff de- vino “inminente” gracias a una con- versación entre Dilma y Lula que fue difundida a pesar de haber sido gra- bada luego de expirado el permiso para tomar este tipo de informa- ción).[7] Es considerado un “héroe nacional”, en las manifestaciones contra el gobierno del PT, se leía en algunas camisetas: “todos somos Sergio Moro”. Él representaría la “sal- vación” del Estado de Derecho brasi- leño. La pregunta aquí es ¿salvarlo de quiénes y a favor de quiénes otros?
Parece existir un consenso sobre la inminencia de “salvar” a los Estados de la epidemia de la corrupción espe- cialmente alimentada por “gobiernos populistas”. Diversos think-tanks vie- nen trabajando en esta línea, procu- rando que sus opiniones se repliquen en la prensa hegemónica. Un artículo de Global Risk se titula “¿Florecerá el populismo luego del escándalo Ode- brecht?”, afirmando que en América Latina, la población está asociando la desaceleración económica de los úl- timos años a la acción de funciona- rios corruptos, “que se robaron todo”.[8] Pero el ejemplo más con- creto es el reporte de Transparencia Internacional sobre corrupción, que advierte que los altos niveles de co- rrupción en el sector público podrían favorecer la asunción de “gobiernos populistas”, peligro inminente ya que: “en países donde hay líderes po- pulistas y autocráticos, suele haber un debilitamiento de la democracia, así como un quiebre de la sociedad civil, una libertad de prensa limitada y escasa autonomía del aparato judi- cial. En lugar de luchar contra el ca- pitalismo, esos líderes tienden a generar sistemas aún más corrup- tos”,[9] sentencian.
El director de Transparencia Interna- cional sintetiza su argumento afir- mando: “en muchos países la gente se va a dormir con hambre porque hay corrupción”. Así, el problema no es que los conglomerados transna- cionales se nutran de la desigualdad y la explotación en todos los niveles, avasallando la soberanía estatal, la naturaleza, etc.; el problema no es que unas minorías privilegiadas se beneficien por medios “legales” de la miseria de las mayorías. Esta cosmo- visión centrada en la corrupción
Los conceptos vertidos en esta sec- ción no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Considera- mos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una vi- sión integral de la región.
El problema en América Latina es la corrupción. Así lo definen desde la prensa internacional y los think-tanks
tado por Instituciones Financieras In- ternacionales, Organismos Interna- cionales y Organismos No Gubernamentales en el marco del ajuste estructural de los ’80 y ‘90s en América Latina. La relación persiste a través de cursos de capacitación, in- tercambio de información, etc. Existe un vínculo evidente y necesa- rio entre la reconstrucción del caso
en militancia de base es más corrup- tible que cualquier otra; c) en conclu- sión, el Estado es el “coto de caza” de políticos corruptos y lo público debe reducirse o desaparecer por inefi- ciente; así se comprende por el con- trario que, d) el sector privado es eficiente y transparente; e) que en- tonces deben ser los empresarios los que ocupen la esfera política formal para garantizar eficiencia y transpa- rencia; f) que el Estado debe ser tra- tado como una empresa, devaluando y denostando “lo pú-
blico”.
LA CORRUPCIÓN Y EL “MAL DEL PO- PULISMO” (O LA DEFENSA DEL NEO- LIBERALISMO)
del establishment, hasta el Comando Sur de los Estados Unidos. Así lo de- claró John F. Kelly, ex comandante de dicho comando (hoy Jefe de Gabi- nete de Trump) cuando tuvo que re- ferirse al principal enemigo en América Latina “La raíz del problema es el sistema legal y la corrupción... ”,[1] visión que constituye el eje de la estrategia del Comando Sur para 2018, pues la corrupción se presenta como uno de los principales factores de inseguridad.[2]
La reciente cruzada contra la corrup- ción en América Latina, que alcanzó uno de sus “éxitos indiscutidos” con el derrocamiento de la presidenta Dilma Rousseff en Brasil, tiene algu- nas características que suelen pasar desapercibidas:[3]
de corrupción propiciada por el apa- rato judicial, el operativo de la prensa para manufacturar consentimiento en la opinión pública a favor de esta lucha y el momento (timing político) en el que todo esto ocurre (en gene- ral cercano a elecciones o a votacio- nes de leyes importantes en el Congreso). Factores que confluyen en la creciente judicialización de la política en la región.
En un reciente artículo publicado por la prensa hegemónica estadouni- dense, se hace un “tributo” a Sergio Moro, el juez que llevó al estrellato la causa del Lava Jato, causa que se viene desarrollando desde hace cua- tro años y que ha persistido gracias a la “presión incesante de figuras como el juez Moro”.[4] El Departa- mento de Justicia estadounidense lo califica como uno de los casos de so- bornos a nivel internacional de mayor calado. Y parte del alcance del caso tiene mucho que ver con dicho Departamento de Justicia: no solo se está “llevando” parte del caso desde EEUU, sino que el modo en que se construyó el caso en Brasil está aso- ciado al asesoramiento y sugerencias provistas desde EEUU. Una prueba de ello es el proyecto puentes de oc- tubre 2009, donde el asesoramiento de EEUU se centró en “prácticas con- cretas” para combatir lavado de di- nero y tráfico ilícito, curso que contó con la presencia y exposición del mismo Sergio Moro, y que tuvo tanto éxito que funcionarios estadouniden- ses afirmaron: “hay una necesidad de continuar con este tipo de entrena- miento práctico de jueces federales y
Existe una estrecha relación entre el modo en que los aparatos judiciales de América Latina reconstruyen los casos de corrupción (en particular el de Odebrecht en Brasil) y la asesoría del Departamento de Justicia esta- dounidense.
A mediano plazo, se espera que esta “razia” contra políticos corruptos (re)instale o refuerce un sentido común y una lógica que fue cuestio- nada por los gobiernos progresistas (y las mayorías que los votaron), a saber: a) que todos los funcionarios son corruptos, que buscan participar de la esfera estatal para robarle al erario público; por consiguiente b) todos los partidos políticos son co- rruptos y en consecuencia, la gente que se involucra en política, incluso
estatales de Brasil”.[5]
El aggiornamiento de los aparatos ju- diciales de América Latina en lo rela- tivo a lucha contra la corrupción formó parte del programa de “mo- dernización del Estado” implemen-
Tal como lo destaca el Inter-American Dialogue, el giro del Lava Jato fue a partir del encarcelamiento del CEO de Odebrecht, que a su vez condujo al momento culmen: el juicio por co- rrupción al ex presidente Lula da Silva (de quien todavía no han podido comprobarse las acusaciones), a la vez que allanó el camino para el de-
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A corto plazo, se instala la idea de “cruzada contra la corrupción en ge- neral”, pero los más afectados no solo a nivel judicial sino a nivel me- diático han sido los partidos políticos y funcionarios de gobiernos progre- sistas, siendo el Partido de los Traba- jadores (PT) brasileño y la destitución de Dilma Rousseff el ejemplo más contundente (pero no el único).
Edición 736 Del 14 al 20 de Septiembre del 2017