Page 86 - Libro El Perú en la Antártida
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EL PERÚ EN LA ANTÁRTIDA
tema de las reclamaciones territoriales, aceptándose el mantenimiento del status quo en cuanto a las aspiraciones territoriales en el continente antár- tico. Marcaba si, una explotación de los recursos en base a una cooperación internacional. Para Orrego Vicuña, el Tratado de 1959 configuraba una forma de jurisdicción conjunta, lo cual hizo expedito el camino para que otros países se sumaran posteriormente. En el preámbulo se señalaba:
- Reconociendo que es en interés de toda la humanidad que la Antártida con- tinúe utilizándose siempre exclusivamente para fines pacíficos y que no lle- gue ser escenario u objeto de discordia internacional;
- Reconociendo la importancia de las contribuciones aportadas al conoci- miento científico como resultado de la cooperación internacional en la inves- tigación científica en la Antártida;
- Convencidos de que el establecimiento de una base sólida para la continua- ción y el desarrollo de dicha cooperación, fundada en la libertad de investiga- ción científica en la Antártida, como fuera aplicada durante el Año Geofísico Internacional, concuerda con los intereses de la ciencia y el progreso de toda la humanidad;
- Convencidos, también, de que un Tratado que asegure el uso de la Antártida exclusivamente para fines pacíficos y la continuación de la armonía interna- cional en la Antártida promoverá los propósitos y principios enunciados en la Carta de las Naciones Unidas.
Este documento fue firmado por los gobiernos de Argentina, Estados Uni- dos, URSS, Australia, Bélgica, Chile, Nueva Zelanda, Japón, Francia, Sudáfri- ca, Noruega y Gran Bretaña, los llamados doce países signatarios originales. Luego se incluyeron los llamados países consultivos y posteriormente, los paí- ses adherentes, conforme las nociones de soberanía y las teorías sobre dere- chos de ocupación, se esbozaban. El Perú fue incluido dentro de un grupo de 14 países adherentes en 1986.
Mediante la firma del Tratado Antártico, las disputas territoriales se atempera- ron, aunque no desaparecieron del todo. No obstante, sí se llegó a un periodo de estabilización toda vez que el acuerdo no interfería ni invalidaba los títulos históricos que cada país esgrimía para defender su derecho a una parte del territorio de la Antártida. El Tratado Antártico entró en vigencia en junio de 1961 cuando finalmente fue ratificado por los gobiernos de los países firman- tes, iniciándose la secuencia de reuniones cada dos años y desde 1991, cada año. La internacionalización de la Antártida fue consolidándose cada vez más.
En ese sentido, con el incremento de países al Tratado Antártico, aumentó también el número no sólo de expediciones científicas sino también de bases
antárticas por parte de diversos países a lo largo de las décadas de 1970 y 1980. A fin de preservar ocupaciones pacíficas, sea establecido una norma de Ius Cogens, un principio universal que prohíbe el uso de la fuerza o la amenaza de su uso a fin de garantizar la paz, siendo la observancia de esta norma impe- rativa. Este compromiso ha sido ratificado en las sucesivas sesiones de Asam- blea General de la ONU, siendo la ultima la Resolución 60/47 del año 2005.
PRESENCIA SUDAMERICANA EN LA ANTÁRTIDA
Durante siglos, las naciones al sur del continente americano habían tenido conexión con tierras australes dada su cercanía geográfica, factor que se vio acentuado en la etapa de los descubrimientos y exploraciones. La expedición de Fernando de Magallanes es en ese sentido, simbólica.
Si bien, a partir del siglo XVI, la idea de un continente austral unido al sudame- ricano en su extremo austral quedaba desechado, no lo fue la aspiración de las naciones a ejercer una presencia efectiva. Tal como lo señalara Felipe Barre- da y Laos en 1948:
“El dominio territorial de la Antártida Sudamericana, prolongación del Continente Sudamericano, corresponde a la Rep. Argentina y la Rep. de Chile, por título firme y saneado por la historia, la geografía, el Derecho Internacional, y la seguridad militar y política del Continente Americano.”
EL CASO ARGENTINO
Argentina sería uno de los pioneros en tener presencia durante las más impor- tantes actividades de exploración de la Antártida, iniciándose mayormente en la época de la Independencia. Los casos del Almirante Brown y el permiso ges- tionado por Juan Pedro de Aguirre para la caza de ballenas y que ya han sido referidos, son algunos ejemplos de ello.
El 10 de junio de 1829, el gobierno de Buenos Aires creó la Comandancia Política-militar de las Islas Malvinas, que incluía áreas antárticas. En 1848, el entonces grumete argentino Luis Piedra Buena formó parte de la tripulación del capitán William Smiley que incursionó en aguas antárticas. Piedra Buena sería el primer argentino en navegar en zonas australes.
En 1894, el presidente argentino Sáenz Peña (padre de Roque Saenz Peña), autorizó una expedición de exploración al sur de la Patagonia, la que estaría al mando de Luis Neumayer, aunque dicha misión nunca se llevó a cabo. Duran- te las grandes exploraciones de la denominada “Edad Heroica” de la Antár-
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