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A raíz de esta profunda reforma, la producción aumentó
notablemente. También se estimuló la exploración, y así se
descubrió un buen número de nuevos yacimientos.

El creciente desarrollo de la minería en el Perú, sufrió sin
embargo un parón a causa de la marcada reorientación
política impuesta por el “Gobierno Revolucionario de la
Fuerza Armada”, establecido en 1968. Este profundo
cambio se concretó en 1971 por la promulgación de una
Ley General de Minería por la cual el Estado se adjudicaba
un papel central en la minería peruana. Sin embargo, esta
Mario Samamé Boggio
reforma tuvo efectos más bien negativos en la producción
minera.

Reestablecida la democracia, las medidas correctivas que se tomaron en
1982 permitieron volver a condiciones más favorables para la minería
privada, con efectos positivos manifiestos en los datos estadísticos. Sin
embargo, el conflicto interior causado por “Sendero Luminoso” a partir
de 1980 dificultó la recuperación y las operaciones mineras en varias
regiones del país. Se logró refrenar el conflicto a partir de 1992, año de
la promulgación de Ley General de Minería actualmente vigente, la cual,
como los códigos de minería de 1900 y 1950, permitió a la industria
minera desarrollarse en forma notable y fructífera, con consecuencias
socioeconómicas muy importantes para el país a partir de 2003/2004
(Figura 1).

Principales lecciones enseñadas por la historia minera del
Perú

Los últimos siglos han dejado claro que el Perú alberga enormes riquezas
mineras. No cabe duda que más yacimientos se descubrirán en el futuro,
aun si ubicarlos se está volviendo más difícil por tratarse cada vez más
de yacimientos “ciegos”.

La historia de los últimos dos siglos comprueba plenamente que la
producción minera ha sido un importante motor del desarrollo económico
y social del país, confirmando el dicho que “el Perú es un país minero”.

Las riquezas nacionales generadas por la minería (directa o indirectamente)
dependen de una variedad de factores. El principal factor lo constituyen
obviamente, los precios de los metales en el mercado internacional, que
dependen de una serie compleja de condiciones generalmente fluctuantes
y de alcance mundial. Por otra parte, acontecimientos exteriores como la
adopción internacional del patrón oro, las dos guerras mundiales, la Gran
Depresión, etc., han impuesto condiciones ineludibles, sin posibilidad de
control alguno. Y, en varias épocas, etapas de crecimiento económico
internacional crearon demandas de metales que beneficiaron a países
mineros – siempre y cuando su legislación minera les permitía aprovechar
estas circunstancias favorables.

Los pocos factores sobre los cuales se puede influir, son interiores e
incluyen en particular (1) la estabilidad económica, legal y política

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