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LXIV
     SIEN EN
  luego 1000, que es la misma manera de decir “1”, las cantidades pierden sentido con el poder absoluto del “1”.
En la cifra posterior “Treinta y tres trillones trescientos treinta y tres calorías”, regresa- mos a la dualidad, porque es un número finito, un número acabado y exacto en contra- posición a la potencialidad de lo infinito incontrolable, que en esta lógica es el infinito “1”. Porque “1” es todo lo que falta, “1” es lo que siempre es en todas las cantidades, sumadas uno a uno. “1” es infinito y cualquier otro número es finito, ya que es el “1” quien los hace a todos indefinidamente. Pero cualquier número es mejor, para Vallejo, porque no es uno más ni uno menos. Está definido. No se espera más de él, es una rea- lidad acabada.
A su vez “Treinta y tres trillones trescientos treinta y tres calorías” la repetición de tercio, que es lo mismo que triste y triste y triste, porque sonoramente es semejante, pero además es “3”, y el “3” es el “1” detenido, porque está demás al par “2” y además es incompleto por sobrante, es un número fuera de la contradicción y de la cabalidad. Es un contra-1, que no es la negación de la unidad ni de la dualidad, no es el uno absoluto, es irresoluto, incompleto, sobrante. Es el triste tres: TRILCE.
Tres es el paso dialéctico posterior a la lucha de contrarios. Lo dice en el poema LIV: “A veces doyme contra todas las contras”
O luego en el poema XXXVI:
“¡Ceded al nuevo impar
potente de orfandad!” TRILCE es la unidad alterada del ser propio. EL ESTANCADO.
Ya entrando a punto de entrar al propio poema LXIV, veamos primero un verso del
poema XXXVI:
“Amoniácase casi el cuarto ángulo del círculo”
En este verso se refiere al tiempo, que es lo mismo que la celda, equivale numerológica- mente al “4”. Ahora veamos como corresponde a los versos del poema LVIII:
“espumoso pie contra tres cascos. Y le ayudo: Anda, animal!”
En este caso el caballo de los tres cascos es nuevamente la prisión, la prisión-tiempo, como un caballo cojo, un caballo infinito que no completa sus pasos, un algo que no llega a la plenitud, que es un incompleto. Ese sentimiento de lo “incompleto” es la razón del poema LXIV, y los tres cascos del caballo cojo del tiempo no son otra cosa que HOY, MAÑANA y AYER. El tiempo infinito, que en la prisión no pasa, en el encierro del eterno círculo no termina de ser.
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