Page 10 - Casados o Cansados
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posibilidad de cambiar; tal como es, así será siempre y por este motivo
no se llamo Adám.
El hombre es el campo, la mujer es su jardinero y viceversa,
cada uno viene para ayudar al otro, a obtener, desarrollar y proyectar las
mejores cualidades de cada uno conjugándolas en la convivencia.
La época de la juventud es el momento de preparar el terreno,
limpiarlo de todo lo negativo, abonarlo y mantenerlo listo hasta que D-
os nos mande nuestra pareja, quien vendrá con buenas semillas, y
bastante agua para que florecer nuestra vida. Por eso en la Torá casi
todos nuestros padres encontraban su pareja al lado del pozo de agua,
Eliezer a Rivká, Yaakov a Rajel, Yitzjak a Keturá; la esposa de su padre
Abraham, Moshé a Tziporá, etc. Simbolizando con esto que cada uno se
sentía como tierra fértil pero que necesitaba de su pareja, de su
manantial de agua y le ayude a que brote lo mejor de sí mismo.
Un campo sin jardinero, un jardinero sin campo no sirve para
nada, es “gurnish”. Hay quienes dicen que antes de casarse el hombre
es media persona “y cuando se casa ya no es nada”. Pero en realidad
uno alcanza la perfección gracias a su pareja.
Por lo tanto el joven debe enfocar su elección basándose en dos
puntos:
1. ¿Quién será el mejor jardinero para mi campo?
2. ¿Seré yo buen jardinero para mi futura pareja?
De esta manera podremos elegir lo correcto en
nuestra vida.
“Dicen que una mujer preguntó a su esposo: - ¿Quién tiene
mejor gusto, tú o yo? Contestó el marido: - Por supuesto que tú eres
más inteligente que yo, ya que tu me elegiste a mi y yo, de ingenuo, te
elegí a ti”.
La pregunta que surge es: ¿Nosotros somos los que debemos elegir, o todo está
dado a la suerte de que llegara un día, en su tiempo y momento apropiado?