Page 125 - Casados o Cansados
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que el pecado recae solamente en la mujer y que para el hombre no es
                        tan grave, especialmente si su amante es una gentil. Ese error proviene

                        de  falta  de  información  o  quizás  por  conveniencia  e  intereses  de
                        libertinaje, pero en verdad cuando un hombre traiciona a su mujer, su
                        castigo es tan grande que no recibe su castigo en este mundo ya que
                        solamente  en  el  mundo  venidero  existen  las  herramientas  para  su
                        condena.  Y en caso de que sea con una goyá, es peor; Rabi Shimon Bar
                        Yochai  escribió  cosas  terribles  en  el  Zohar  sobre  este  pecado,  de
                                                             manera que es preferible no mencionarlo.

                        No olvidemos que el  alma se divide en dos al bajar a la tierra y
                        cuando una pareja se une en matrimonio se vuelven a convertir en una
                        unidad.  La  traición  lamentablemente  vuelve  a  separar  las  almas    y
                        aunque sigan casados físicamente, espiritualmente están divididos, y los
                        resultados amargos de esa situación se ven ya en este mundo a través de
                        divorcios, vida solitaria y mala educación de los hijos, a demás de la
                        rendición  de  cuentas  en  el  mundo  de  la  verdad  que  deberá  enfrentar
                        ineludiblemente.  Esta división de las almas causada por la infidelidad,
                        a  veces,    se  puede  reparar  con  una  verdadera  Teshuvá  y
                        arrepentimiento  sincero,  pero  la  relación  nunca  será  igual  que  al

                             principio, así que debemos pensarlo bien para prevenir y no lamentar.

                        Me contó  un amigo que una vez, caminando por la calle, observó
                        a una mujer que le llamó la atención, después de unos días tratando de
                        conquistarla lo logró y fue a visitarla a su casa, al tocar la puerta pensó
                        en su querida esposa y lo mal agradecido que iba a ser con ella que a
                        pesar  de  los  lindos  hijos  que  le  dio  y  todas  las  experiencias  vividas
                        juntos había pensado traicionarla. Esos pensamientos lo llevaron a decir
                        a la chica que abrió la puerta: "discúlpame, me tengo que ir". Y con
                        lágrimas  en  sus  ojos  siguió  contándome  que  después  de  dos  años
                        falleció su esposa de una difícil enfermedad y parado frente a su tumba
                        sentía  angustia  por  su  pérdida  pero,  a  la  vez,  mucho  orgullo  porque
                        tenía  su  conciencia  limpia  ya  que  logró  abstenerse  y  no  traicionarla:
                        “nunca le conté a ella lo pasado,  pero ahora en el mundo venidero, ella
                        sabe cuanto la respeté y cuando llegue mi hora de partida, me sentiré
                        orgulloso  al  unirme  a  ella  nuevamente  y  no  con  la  cabeza  inclinada,
                        llena de vergüenza al pensar que por un momento de placer casi perdí a

                                                                                       mi alma gemela”.
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