Page 25 - tan bueno como el pan
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David Franco




                     Candamo era director de la Beneficencia Pública de Lima, la institución que traía a las
                     Hijas de María Auxiliadora y a sus capellanes salesianos para dirigir el Instituto Sevilla.
                        El padre Riccardi y el director Candamo habían llegado al puerto del Callao alrededor
                     de las ocho y media de la mañana. Allí se enteraron de que el vapor Lautaro estaba en
                     cuarentena y que se desconocía cuándo desembarcarían sus pasajeros. Riccardi, al
                     enterarse, casi llora, pero se contuvo.

                        El director Candamo era un hombre muy importante e influyente, así que gestionó con
                     las autoridades del Puerto del Callao la autorización necesaria para el desembarco. No fue
                     fácil. Pasaron varias horas que para los pasajeros se hicieron eternas. Pane, algunos días
                     después, escribió una carta a Don Rúa, en la que le contó sobre la larga espera en el mar:
                        “En esa mañana de Purgatorio, cada minuto de espera nos parecía un siglo. Observábamos
                     todas las barquillas y nada… pasaron varias horas y nadie en tierra daba señal de vida.
                     Por fin, a lo lejos, distinguimos un vaporcito con una bandera blanca y roja: teníamos
                     la esperanza de que fuese la capitanía del puerto… pero ¡amargo desengaño! Venía el
                     médico solo. ‘Señal muy mala’, nos decían los marineros. Subió con varias botellas para
                     la fumigación. Nos reunió en el comedor y ¿sabe usted para qué? Para hacernos esperar
                     media hora. Después volvió el doctor y nos dijo: ‘Señores, están ustedes libres, pueden
                     desembarcar’. Imagínese usted cómo recibimos la noticia”.

                        Obviamente, la recibieron con alegría. Ya era la una de la tarde. A la una y media, el
                     director Candamo y el padre Riccardi llegaron hasta el vapor Lautaro en una pequeña
                     chalupa llamada Balta. Allí se encontraron con el padre Pane, el padre Terzuolo, el coadjutor
                     Sciolli, la hermana Ángela y las otras ocho Hijas de María Auxiliadora.
                        La noticia fue difundida por el Boletín Salesiano a las casas de la congregación en todo
                     el mundo. En el Perú, el director Candamo lo registró así en la Memoria anual de su
                     institución: “El 28 de setiembre último llegó a Lima el personal encargado de la dirección
                     del Instituto Sevilla, compuesto de nueve hermanas y tres sacerdotes de la orden Salesiana”.

                        Era el punto de partida en la historia salesiana en el Perú y el inicio de la etapa más
                     importante en la vida del joven padre Pane.

















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