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Dios llama al pueblo de Israel
Muchos hombres y mujeres experimentan en algún momento de su vida la llamada
de Dios, que los invita a buscarlo, a encontrarlo, a escucharlo, a seguirlo y a vivir de
acuerdo con esa llamada.
La historia del pueblo de Israel, antes del nacimiento de Jesús, está plagada de
ejemplos de llamadas de Dios a diversas personas y de las respuestas de las perso-
nas a esa llamada.
Abrahán, pastor nómada y primer patriarca de Is-
rael, escucha la llamada de Dios que le pide que
deje su tierra y parta hacia una tierra que Dios le
mostrará y que dará a su descendencia.
Abrahán se fía de Dios y emprende la aventura
de buscar la tierra que Dios le ha prometido. Por
esta confianza, a Abrahán se le considera el fun-
dador del pueblo de Israel y es recordado tan-
to por los ju díos como por los cristianos y los
musulmanes.
Algunos siglos después, cuando el pueblo de Is-
rael vive esclavizado en Egipto, Moisés, mientras
pastorea su rebaño en el desierto, escucha la voz
de Dios al acercarse a una zarza que arde sin
consumirse.
Dios lo llama a encabezar a su pueblo en su sa-
lida de la opresión de Egipto y en la entrada en
la Tierra Prometida.
Moisés pone diversas excusas, como que el fa-
raón no los dejará salir, que él no sabe hablar, que
los judíos no le harán caso... Finalmente, con la
ayuda de Dios, el pueblo llega a las puertas de la
tierra de Canaán guiado por Moisés.
Un par de siglos después de Moisés, cuando Israel
es gobernado por jueces, un chico llamado Samuel,
que servía a Dios en el santuario junto al sacerdote
Elí, escucha tres llamadas durante la noche.
Samuel cree que es Elí quien lo llama y se presen-
ta ante él cada vez.
Finalmente se dan cuenta de que es Dios quien
llama a Samuel. Él responde: «Habla, Señor, que
tu siervo escucha», y ese es el inicio de la misión
de Samuel, que será profeta de Dios y juez de Is-
rael, y que elegirá, por indicación de Dios, a los
primeros reyes de su pueblo.
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