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responsables de nuestro voto u organizar un club de deportes, estudios y recreación
para que los niños de nuestro barrio tengan algo divertido y seguro que hacer después
de la escuela, o tal vez deseamos hacernos cargo de un problema mayor que enfrenta
nuestra ciudad, como encontrar maneras de reducir el crimen o mejorar la biblioteca
local, etc. De cualquier manera, que elijamos mejorar el mundo a nuestro alrededor,
podemos tener la confianza de que seremos mejores personas y más felices cuando
nos dedicamos al servicio de nuestros semejantes. Además de apoyar a los líderes
positivos y participar en los asuntos públicos, la lealtad también implica que tratemos
de hacer de nuestro país un lugar
mejor. Nuestra fe en Dios y el amor
por nuestros semejantes nos
pueden inspirar a que ayudemos a
corregir algunos de los problemas
que enfrenta nuestro país.
Nuestra fe en Dios nos motiva a ser
ciudadanos conscientes de
nuestro país, Estado y ciudad. Si
tenemos en mente una visión
general, recordaremos que todos,
al hacer nuestro mejor esfuerzo de ser buenos ciudadanos, estamos haciendo que el
mundo que nos rodea sea un lugar más hermoso, pacífico y justo para nuestra familia
y nuestros semejantes.
Ejercer la ciudadanía puede significar muchas cosas distintas, para diferentes
personas. Una cosa que es evidente, que ser un buen ciudadano significa más que
recitar de memoria el himno nacional o el juramento y el saludo a la bandera.
Ciudadanía significa más que el mero patriotismo simbólico y no se debe confundir con
ser un seguidor de un determinado partido político o ideología. Un buen ciudadano es
el que colabora con los demás, cumple las normas justas y es pacífico. Además, es
educado, responsable, honrado, justo y solidario. La educación es necesaria para que
la convivencia sea más agradable.
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