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¿SÚBDITOS O CIUDADANOS? LA RUPTURA IMPRESCINDIBLE
Catalina Ramos S. biólogo. Especialista en gestión de la innovación social, alianzas sostenibles y relación
ciudadana, Coordinadora Nacional de Asociaciones Ciudadanas, es miembro de la Dirección nacional y del
Comité de DDHH de Vente Venezuela.
La transformación de Venezuela en una verdadera Tierra de Gracia,
requiere una nueva concepción de la ciudadanía. Debemos avanzar hacia una visión
del ciudadano que fomente el librepensamiento, la autonomía intelectual, el juicio
crítico y responsable que permita una correcta fiscalización ciudadana, con la cual se
pueda transcender la indiferencia y el desgano hacia lo público, que no espere que
ningún gobierno le resuelva sus problemas, sino que le exija que sólo le garantice el
orden necesario para desarrollarse libremente.
Vivimos en un sistema que ha sumergido a la sociedad en una dinámica de
subordinación, dádiva, dependencia y ausencia de individualidad, en beneficio
supuesto de una masa sumisa sin personalidad ni voluntad propia. Asumiendo que
éramos un país rico porque teníamos petróleo y minerales, y que como todo eso
“pertenece” al Estado, dicho estado tiene la obligación de proveernos. Disfrazados de
“programas sociales” y beneficios para los “olvidados y excluidos”, el ecosistema
chavista desarrolló y fue perfeccionando hasta el máximo detalle un proceso de control
del individuo forzándolo a registrarse en las misiones y programas sociales que fue
inventando. Un sistema que fortaleció el paradigma de súbdito, apalancado en el
asistencialismo y la dependencia. Es por ello que la tarea de fortalecer la ciudadanía,
y arraigar en torno a principios y valores, se constituye en la principal actividad que a
nuestro juicio es menester realizar hoy, cada minuto y en cada lugar donde estemos.
Sin un ciudadano fuerte, será prácticamente imposible transformar de raíz a
nuestro país.
¿Y cómo es ese ciudadano para la libertad?
Concebimos la ciudadanía como la cualidad del individuo a ser capaz de, además de
conocer, reclamar y ejercer los derechos que su dignidad personal y el Estado de
Derecho le confiere, es plenamente consciente de sus responsabilidades frente a su
entorno, y las asume como tarea y compromiso.
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