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Seguir las leyes del país es el primer paso para ejercer la ciudadanía
responsablemente. Es importante obedecer las reglas y regulaciones establecidas por
la opinión mayoritaria en cuanto a que representan el equilibrio más tangible entre la
libertad y la seguridad. Ese equilibrio es lo que se conoce como la civilización, y si no
hay leyes, entonces reina la anarquía. Sin embargo, también es signo de ciudadanía,
violar las leyes que se consideran injustas en la búsqueda del cambio de la opinión
equivocada de la mayoría. Nuestra Constitución contempla el concepto de
desobediencia civil. La buena ciudadanía se ha basado en una voluntad de violar
ciertas leyes consideradas irrazonables o inmerecidas. Mientras que en el pasado el
impulso para revocar las leyes injustas necesariamente resultaba en violencia, en la
sociedad actual el acceso a la representación y sobre todo el impacto de la atención
de los medios hace que recurrir a la violencia sea tan innecesario que ya no califica ni
siquiera como último recurso.
Quizá no hay mejor señal de ciudadanía, que la voluntad de expresar desacuerdo con
la opinión de la mayoría. La libertad de expresión era tan importante para los
redactores de la Constitución que la hicieron parte de los derechos humano. La libertad
para hablar en contra de los líderes y contra la voluntad de la mayoría no es sólo parte
de ser un buen ciudadano, es esencial para asegurar que la democracia no pierda su
fuerza.
Para finalizar invitamos a todas las víctimas, organizaciones, asociaciones civiles,
fundaciones, activistas y defensores de derechos humanos a hacer suya esta
herramienta gratuita, como lo es la revista "INALIENABLE" para denunciar, difundir y
más importante aún, ofrecer sus propuestas y soluciones para transformar la sociedad
que conocemos en la sociedad que deseamos.
revistainalienable@gmail.com
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