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Con toda mi concentración
posible, algo de tensión en
todo el cuerpo y mi pie
derecho al fondo del acele-
rador, pasé la línea de meta
del Circuito de Hungaroring
a más de 250 km/h. La idea
era no levantar el pedal hasta
rozar los 270 y luego frenar
con todos mis tamaños antes
de llegar a la primera curva,
una horquilla que en el idio-
ma de los rallies se describe
como “una derecha 1 de radio
ascendente” –una forma muy
fresa para decir: vuelta en U
que se abre–. Sí, sé que esta
es una manera extraña para
comenzar un reportaje de
este tipo, pero una prueba de
manejo de un coche con una
dinámica de conducción tan
extraordinaria amerita que
ponga todo mi esfuerzo para
que te sientas como si estu-
vieras allí mismo. Finalmen-
te, este tipo de súperautos
no solo existen para torcer
las leyes de la física, sino para
dar una gran experiencia a
quien los conduzca.
Retomando la experiencia
de ir al límite desde el interior
del McLaren 600 LT, lo pri-
mero que notarás es que se
trata de un auto concebido
del todo para ir lo más rápido
posible en un circuito. En
general, la aceleración en línea
recta es de infarto, de 0 a 100
km/h en… ¡2.9 segundos!
Sin embargo, no solo es una
cuestión de velocidad en
línea recta, porque el ruido
del motor aporta muchísimo
a la experiencia.
Aunque no lo creas, los
frenos son capaces de trans-
mitir tanto nervio como la
aceleración: cuando pisas
el pedal izquierdo con todas
tus fuerzas para bajar de
270 km/h a unos 70 y tantos,