Page 197 - Libros de Caballerías 1879
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                      LAS BODAS


     tentas e tan lozanas, que a los que las atendían e
     miraban  les paresció que habían gran pieza acre-
     centado en sus hermosuras, e bien cuidaron que cual-
     quiera de ellas era bastante para acabar la aventura
     de la Cámara. Sus tres maridos, Amadís e Agrájes
     e don Bruneo, que aquella aventura habían acaba-
     do, como ya  el segundo  libro desta historia vos  lo
     ha contado, fueron contra ellas, lo cual ninguno de
     los que allí estaban podieran hacer; e como a ellas
     llegaron,  la trompa comenzó  el son e a echar  las
     flores, que  les daban sobre  las cabezas,  e abrazá-
     ronlas e besáronlas, e así todos seis se salieron. Esto
     hecho, acordaron de  ir a  la prueba de la Cámara,
     mas algunas había que gran  recelo llevaban de  lo
     no poder acabar. Pues llegando  al  sitio que en  la
     sala del castillo estaba, primero se acercó Olinda la
     mesurada, trayéndola Agrájes por la mano, que  le
     daba gran esfuerzo, aunque no con mucha esperan-
     za que en sí toviese, que el gran amor ni afición del
     a ella no le quitaba el conocimiento de ver que no
     igualaba a  la fermosura de Grimanesa; pero bien
     pensó que llegaría con las más delanteras; y llegan-
     do al sitio, dejóla de la mano, y  ella entró e fuese
     derechamente al padrón de cobre, e de allí pasó al
     de mármol, que nada sintió; mas, como quiso pasar,
     la resistencia fué tan dura, que por mucho que por-
      fió no pudo más de una pasada pasar más adelan-
     te, e luego fué echada  fuera, tan desacordada, que
     no tenía sentido.
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