Page 198 - Libros de Caballerías 1879
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AMADÍS DE GAULA

           Melicia entró con gentil continencia e lozano co-
         razón, que así era ella muy lozana e muy fermosa,
         e pasó por los padrones ambos, tanto, que cuidaron
         todos que  entraría  en  la cámara;  e Oriana, que
         así lo pensó, fué toda demudada de pesar; mas lle-
         gando un paso más que Olinda, luego fué tollida e
         sacada sin ninguna piedad, como  la otra, tan des-
         acordada como  si muerta fuese, que así como más
         adelante entraban, mucho más la pena les era dada
         a cada una en su grado, e así se hacía a los caballe-
         ros  antes que Amadís  lo acabase. Las  rabias que
         don Bruneo por ello hacía a muchos movían a pie-
         dad; mas a los que sabían  el poco peligro que de
         allí redundaba,  reíanse mucho de  lo  ver. Esto así
         fecho, llevó Amadís a Oriana, en quien toda la fer-
         mosura del mundo ayuntada era, y llegó al sitio con
         pasos muy sosegados y rostro muy honesto, e santi-
         guóse e encomendóse a Dios, y entró adelante, e sin
         que nada sintiese pasó los padrones, e cuando a una
         pasada de la cámara llegó sintió muchas manos que
         la pujaban e tornaban atrás, tanto, que tres veces la
         volvieron hasta cerca del padrón de mármol; mas
         ella no hacía sino con las sus muy fermosas manos
         desviarlos a un cabo e a otro, e parecíale que toma-
         ba brazos e manos; e así con mucha porfía e gran
         corazón, e sobre todo su gran fermosura, que muy
         más extremada era que la de Grimanesa, como di-
         cho es, llegó a la puerta de la cámara muy cansada,
         e trabó de uno de los umbrales ; entonces salió aquel
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