Page 193 - Libros de Caballerías 1879
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LAS BODAS


     licia, Mabilia, y en general de gran número de ca-
     balleros y doncellas de los que habían vivido en tor-
     no a Uriana y Amadís, entre los cuales había re-
     partido  éste, poco antes de aquel  día,  los grandes
     estados ganados en  la última guerra,  sin reservar
     otra cosa para sí que  el señorío de la Insola Firme,
     que, como bien sabemos, de antes poseía. También
     Urganda  la Desconocida habíase presentado inopi-
     nadamente, en una sierpe de fuego, para ser testigo
     de las bodas de su caballero favorito.
       Venido  el día señalado, todos los novios se jun-
     taron en  la posada de Amadís, y se vistieron de
     tan  ricos  y  preciados paños como su gran estado
     en  tal auto demandaba, e asimesmo  lo  ficieron las
     novias;  e los reyes  e grandes señores  los tomaron
     consigo,  e cabalgando en sus  palafrenes, muy  ri-
    camente guarnidos, se fueron a la huerta, donde fa-
    llaron las reinas e novias asimesmo en sus palafre-
    nes; pues así salieron todos juntos a la iglesia, don-
     de por el santo hombre Nasciano la misa aparejada
    estaba. Pasado  el auto de los matrimonios e casa-
    mientos con  las solemnidades que  la santa  Iglesia
     manda, Amadís se llegó al rey Lisuarte e dijóle:
      —Señor, quiero demandaros un don que os no
     será grave de lo dar.
      —Yo   lo otorgo —dijo  el Rey.
      —Pues,  señor, mandad a Oriana que antes que
    sea hora de comer pruebe  el Arco encantado de los
    Leales Amadores, e la Cámara Defendida, que hasta
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