Page 188 - Libros de Caballerías 1879
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AMADÍS DE GAULA


        gran roido que con los suyos andaban, e los ape-
        llidos; luego pensaron que  el rey Lisuarte era so-
        corrido, e desmayaron mucho, que no  sabían qué
        facer, si pelear con los que tenían delante o ir soco-
        rrer los  otros. El rey Lisuarte, como aquello oyó,
        e vio que sus contrarios aflojaban, cobró razón  e
        comenzó a esforzar los suyos, e dieron en ellos tan
        bravamente, que los llevaron hasta dar en los que
        venían huyendo de Amadís e de los suyos, así que
        no tovieron otro medio sino poner espaldas con es-
        paldas y defenderse. El rey Arábigo  e Arcalaus,
        como  vieron  la cosa  perdida, metiéronse en una
        casa; que no tovieron esfuerzo para morir en  la
        calle, mas luego fueron tomados  y  presos. Amadís
         daba tan duros golpes, que ya no hallaba quien lo
        esperase, y cuando vio que ya estaban deshechos los
         enemigos, pues tampoco don Cuadragante se había
         descuidado en su negocio, dijo a Gandalín:
           —Ve, di a don Cuadragante que yo me salgo de la
         villa,  y  que pues esto es despachado, que será bien
         que nos vamos sin ver al rey Lisuarte.
           E luego fué por la calle hasta que llegó a la puer-
         ta de la villa por donde había entrado, e fizo cabalgar
         la gente que con él iba, e él cabalgó en su caballo. El
         rey Lisuarte, como tan presto vio  el socorro de su
         vida e sus enemigos muertos e destrozados, estaba
         de tal manera que no sabía qué decir, e llamó a don
         Guilán, que cabe sí tenía, e dijóle:
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