Page 186 - Libros de Caballerías 1879
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AMAD1S DE GAULA
Los muros de la villa eran bajos y débiles y no
podían oponer larga resistencia. Sin embargo, el Rey.
una vez dentro, después de haber hecho que comie-
ran sus fatigadas tropas de lo que los de la villa pu-
dieron darles, las repartió por las murallas, guarne-
ciendo especialmente los puntos más flacos, a lo
que también acudió cuanta gente útil en la villa ha-
bitaba. Pero como ya era pasada la mayor parte del
día, los del rey Arábigo acordaron cercar por aque-
lla noche los muros de Luvaina, aplazando para la
mañana siguiente el asaltarlos.
Por mucho que se apresuró Amadís con los que le
acompañaban, no pudo evitar, con gran desespera-
ción suya, que la noche les sorprendiera lejos aún de
Luvaina. Moderaron el paso y los fuegos del real
del rey Arábigo, que descubrieron desde lejos, sir-
viéronles para no errar camino, tanto que descubrie-
ron ante sí la villa como a una legua de distancia,
cuando comenzaba a romper el alba. Pues el día ve-
nido, el rey Arábigo y todos aquellos caballeros se
aparejaron para el combate con muy gran esfuer-
zo e placer; e como armados fueron, llegaron to-
dos al muro e a los portillos de la cerca; mas el
rey Lisuarte con los suyos se los defendía muy
bravamente; mas al cabo, como la gente era mucha
y esforzada con la próspera fortuna, e los del Rey
pocos, y los más dellos heridos y desmayados, non
podieron tanto resistir ni defender que los con-
trarios no los entrasen por fuerza con muy grande
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