Page 22 - Libros de Caballerías 1879
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AMADÍS DE GAULA


         en haber en  ella puesto su pensamiento, según  la
         grandeza y fermosura suya, sin cuidar de ser osa-
         do a le decir una sola palabra; y ella, que lo ama-
         ba de corazón, guardábase de hablar con él más que
         con otro, porque ninguna cosa sospechasen; mas los
         ojos habían gran placer de mostrar  al corazón  la
         cosa del mundo que más amaba.
           Pasando el tiempo, como os digo, entendió el Don-
         cel del Mar en sí que ya podía tomar armas  si ho-
         biese quien  le  ficiese caballero, y esto deseaba  él,
         considerando que él sería tal e haría tales cosas por
         donde muriese, o viviendo, su señora  le preciaría;
         e con este deseo fué al Rey, que en una huerta es-
         taba, e hincando los hinojos, le dijo:
           —Señor,  si a vos pluguiese, tiempo sería de ser
         yo caballero.
           El Rey dijo:
           —¿Cómo, Doncel del Mar? ¿Ya os esforzáis para
         mantener caballería? Sabed quo es ligero de haber
         e grave de mantener; e quien este nombre de caba-
         llería ganar quisiere e mantenerlo en su honra, tan-
         tas e tan graves son las cosas que ha de facer, que
         muchas veces  se  le enoja  el corazón, e por ende
         temía por bien que por algún tiempo os sufráis.
           El Doncel del Mar le dijo:
           —Ni por todo eso no dejaré yo de ser caballero;
         que si en mi pensamiento no toviese de complir eso
         que habéis dicho, no se esforzaría mi corazón para
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