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Aquí, en la Parroquia, nos hemos sentido llamados a mirar con detenimiento el estado en el
que se encuentra el Tejido Social. Estamos comprometidos con elaborar un buen diagnósti-
co de nuestra trama y urdimbre; mirar con los ojos del Padre nuestra sociedad y el modo
como nos conducimos, el modo en que establecemos acuerdos, la manera en que nos
reconocemos en la historia del pueblo y de los pobladores.
En este espacio y en los números subsecuentes de VOZ NUEVA, más en las obras que en las
palabras, iremos comunicando el resultado del diagnóstico y el programa de acciones que
emprenderemos para robustecer nuestro tejido social y así favorecer la vivencia de comu-
nidades donde las relaciones fraternas y las posibilidades de desarrollo y crecimiento se
vivan de manera cotidiana para todos los habitantes del municipio.
ORIGEN Y DEVENIR HISTÓRICO
(PRIMERA PARTE)
Maestro José Antonio Bárcena
Para efectos de la presente investigación históri-
ca de nuestro Municipio, tendremos que
ubicarnos cronológicamente en tres etapas, que
a saber son:
1.- Su fundación
2.- Periodo colonial
3.- Contexto de los descendientes Parrenses-Tlax-
caltecas.
FUNDACIÓN (1594)
Con base en las obras y escritos del P. Andrés Pérez de Ribas SJ., primer Provincial Jesuita en
la Nueva España y que recaba informaciones de los misioneros de la Compañía en las diver-
sas regiones que les fueron encomendadas, nos platica que… “las mujeres vestían con
pieles de animales, usaban sartas de caracolillos y conchas, por su lado los hombres, eran
valientes y altos de estatura y muy hospitalarios.”
Según el cálculo censal de los misioneros había unas 12 mil personas. Comentan que
cuando alguna mujer daba a luz, su esposo se abstenía de comer carne y pescado durante
siete días, ya que tenían la creencia de que al no hacerlo se les aparecía un demonio, así
mismo, llevaban a cabo bailes formando un círculo con una hoguera en el centro, el cual
terminaba al amanecer.
Cuando alguien estaba a punto de morir, era trasladado, aun vivo, al lugar donde descan-
sarían sus restos y lo dejaban solo hasta su fin, según su tradición chamánica, la cual, dicho
sea de paso, tuvo una influencia de notable importancia dentro de su ámbito religioso.
Su alimentación, sistemas de cacería, recolección y desarrollo social sufre algunos cambios
a partir de la evangelización por un gran hombre de México, misionero y fundador de Santa
María de las Parras, el P. Juan Agustín de Espinoza SJ.
Cabe destacar que Parras nació como un puesto misional pequeño, perdido en la inmen-
sidad del norte de país a fines del siglo XVI, Años después, se convirtió en una población que
creció y progresó de manera constante, meritorio asunto que habla bien de sus pobladores,
a fines del siglo XVII y principios del XVIII.
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