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Había dos modos de llegar a esta Misión, que distaba de 200 leguas de la Ciudad de México
(965 kms aprox.), viniendo del sur, introduciéndose el primer camino por la Guadiana hoy
Durango, para llegar a la llamada Laguna Grande o se podía entrar también por Zacatecas
recorriendo 30 leguas aproximadamente (144 kms.).
Los límites colindantes de la Misión, llamada “Parras y la Laguna” o “la Laguna Grande de San
Pedro”, no eran muy exactos, ya que los límites territoriales se fueron definiendo con el tiempo,
pero podemos decir que al Noroeste con el Bolsón del Mapimí, al Noreste, con la actual Mon-
clova, al Oeste, con Torreón, al Este donde terminaba Saltillo, al Sur con Zacatecas, siendo el
Norte no muy bien precisado por los autores, como el P. Andrés Pérez de Ribas.
En cuanto a sus pobladores, el documento nos dice que en su mayoría se decían laguneros
por los sitios donde vivían; las mujeres vestían con pieles de animales y se adornaban con
flecos y rapacejos teñidos de varios colores, usaban sartas de caracolillos y conchas; los hom-
bres portaban arcos grandes, de estatura alta y de ánimo hospitalario.
Los nativos de Tlaxcala, según el documento, no llegaron a Parras el día de su fundación, sino
años más tarde, aproximadamente en 1598; El gobernador de la Nueva Vizcaya a principios
del siglo XVII, gestionó la venida de éstos naturales, otorgándoles grandes privilegios y ayu-
dando al proceso de la cristiandad. Tres gobernadores tuvieron que ver con la llegada de los
indios tlaxcaltecas, Jaime Hernández (1600-1601), Rodrigo de Vivero (1601-1603) y Francisco
de Urdiñola (1603-1615), quien quizá fue quien los trajo.
En cuanto a la evangelización de la zona sur de Coahuila, se le atribuye al P. Jerónimo
Ramírez, llegando por los asentamientos indígenas zacatecos o zacatecas, inicia su camino
de predicación en 1594, llegando tiempo después a la región de Cuencamé. El segundo
evangelizador fue el P. Juan Agustín de Espinoza quien funda la actual Ciudad de Parras
llegando por un sitio llamado Cerro Gordo, perteneciente al actual Zacatecas, en su camino
celebró misas, y bautizo a personas a punto de morir debido a una peste de viruela, igual-
mente, enseñaba la doctrina cristiana, a su paso algunos caciques de la comarca se presen-
taron y le sugirieron que se quedara con ellos, con tal fin, se unirían varios asentamientos de
los habitantes de la región, en un solo lugar, originando con ello la fundación de Parras.
Los habitantes de la región deseaban que la actividad evangelizadora se regularizara por lo
que pidieron al Virrey, que debió ser, D. Luis de Velazco, hijo, (1590-95) o D. Gaspar de Zúñiga
y Acevedo (1595-1602) que enviara sacerdotes. El Virrey encargó al provincial P. Esteban Páez
(1594-1597) o al P. Francisco Váez (1597-1602), para que la Compañía de Jesús tomara a su
cargo esta misión.
En lo relativo a la evangelización de Parras, hacia el año de 1607, casi todos los naturales ya
estaban bautizados y con el tiempo aprendieron las costumbres cristianas, excepto aquellos
que aún vivían en la sierra. Se empezó a festejar la Navidad conforme al uso instaurado en
1598, acudiendo los hacendados españoles que vivían en la región, así como la organización
de danzas por parte de los Irritilas compuesta por más de 200 participantes, postrándose ante
la imagen del niño Dios y la Virgen María. Igualmente, se festejó, con la participación de otras
tribus, el día de Reyes y más tarde la cuaresma, ésta a través de una procesión cantada y al
final el misionero predicaba la doctrina. Con el tiempo se incorporaron otras devociones,
como la confesión, la penitencia, entre otras.
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