Page 84 - mago de oz
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tanto  que  todavía  me  salta  el  corazón  en  el
            pecho.


            —¡Ah!  —exclamó  apenado  el  Leñador—.  ¡Ojalá

            tuviera  yo  un  corazón  que  me  saltara  en  el
            pecho!


            Esta  última  aventura  hizo  que  los  viajeros  se

            sintieran  más  ansiosos  que  antes  por  salir  del
            bosque,  y  marcharon  con  tanta  rapidez  que

            Dorothy  se  cansó  y tuvo  que  cabalgar  sobre  el
            lomo  del  León.  Para  gran  alegría  de  todos,  los

            árboles se fueron tornando cada vez más escasos
            a  medida  que  avanzaban,  y  en  la  tarde  llegaron

            de pronto a la orilla de un ancho río de corriente
            muy rápida. Del otro lado del agua pudieron ver

            el  camino  amarillo  que  se  extendía  por  una
            hermosa región de verdes praderas salpicadas de

            flores  y  llenas  de  árboles  cargados  de  frutos
            deliciosos.  Grande  fue  la alegría  de  todos  al

            contemplar tanta belleza.


            —¿Cómo cruzaremos el río? —preguntó Dorothy.





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