Page 17 - El niño con el pijama de rayas
P. 17

hubiera crecido cuando volvieran a su verdadera casa, y entonces ellas ya no
      podrían  maltratarlo.  Aquello  era  algo  que  debía  recordar  si  quería  seguir  la
      sugerencia de Madre: poner al mal tiempo buena cara.
        Irrumpió  en  la  habitación  de  Gretel  sin  llamar  a  la  puerta  y  la  encontró
      distribuyendo su ejército de muñecas por los estantes de las paredes.
        —¿Qué haces aquí? —le gritó ella, volviéndose rápidamente—. ¿No sabes que
      no se entra en la habitación de una dama sin llamar a la puerta?
        —¿Te has traído todas las muñecas? —preguntó Bruno, que tenía la costumbre
      de contestar a las preguntas de su hermana con otra pregunta.
        —Pues  claro.  ¿Qué  querías  que  hiciera,  dejarlas  en  casa?  Podrían  pasar
      semanas antes de que volvamos allí.
        —¿Semanas?  —repitió  él  fingiendo  decepción,  pero  en  secreto  se  alegró
      porque se había resignado; a la idea de pasar todo un mes allí—. ¿Estás segura?
        —Se lo he preguntado a Padre y ha dicho que nos quedaremos aquí en el
      futuro inmediato.
        —¿Qué  significa  exactamente  el  futuro  inmediato?  —quiso  saber  Bruno,
      sentándose en el borde de la cama.
        —Significa las próximas semanas —contestó Gretel y asintió con la cabeza
      —. Unas tres semanas.
        —Qué alivio. Mientras sea el futuro inmediato y no un mes entero… Porque
      esto es horrible.
        Gretel lo miró y, por una vez, tuvo que admitir que estaba de acuerdo con él.
        —Ya —dijo—. No es muy bonito, ¿verdad?
        —Es horrible —repitió Bruno.
        —Bueno, sí. Ahora puede parecer horrible. Pero cuando arreglemos un poco
      la casa  seguro  que  no  nos parecerá  tan  mal.  Le oí  decir  a  Padre  que quienes
      vivían aquí en Auschwitz antes que nosotros perdieron su empleo muy deprisa y
      no tuvieron tiempo de arreglar la casa para nosotros.
        —¿Auschwitz? —preguntó Bruno—. ¿Qué es un Auschwitz?
        —« Un»  Auschwitz no, Bruno —suspiró Gretel—. Sólo Auschwitz.
        —Bueno, pues ¿qué es Auschwitz?
        —Es el nombre de la casa. Auschwitz.
        Bruno reflexionó. Fuera no había visto ningún letrero con ese nombre, ni nada
      escrito en la puerta principal.
        Su  casa  de  Berlín  ni  siquiera  tenía  nombre;  se  llamaba  sencillamente
      « número cuatro» .
        —Pero ¿por qué ese nombre? —preguntó, exasperado.
        —Auschwitz era la familia que vivía aquí antes que nosotros, supongo —dijo
      Gretel—. El padre no debía de hacer bien su trabajo y alguien dijo: « Largaos,
      ya buscaremos a otro que sepa hacerlo mejor» .
        —Te refieres a Padre.
   12   13   14   15   16   17   18   19   20   21   22