Page 19 - El niño con el pijama de rayas
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grandes que el niño se apartó de un brinco de la ventana.
        —¿Qué? —preguntó fingiendo no saber a qué se refería.
        —Los otros niños. Has dicho que no parecen nada simpáticos.
        —Es verdad. —No quería juzgarlos antes de conocerlos, pero no tenía más
      remedio  que  guiarse  por  las  apariencias,  pese  a  que  Madre  le  había  dicho
      muchas veces que aquello no estaba bien.
        —Pero ¿qué otros niños? ¿Dónde están?
        Bruno  sonrió  y  le  indicó  que  lo  acompañara.  Ella  resopló  y  siguió  a  su
      hermano; fue a dejar la muñeca en la cama, pero se lo pensó mejor y la abrazó
      con fuerza. Al entrar en el dormitorio de Bruno, María casi la derriba, pues en
      ese momento salía atropelladamente llevando lo que parecía un ratón muerto.
        —Están ahí fuera —dijo Bruno, mirando por la ventana. No se dio la vuelta
      para  comprobar  si  Gretel  había  entrado  en  la  habitación;  estaba  absorto
      observando a los niños. Por un momento, hasta olvidó que su hermana estaba allí.
        Gretel se había detenido en el umbral; se moría de ganas de mirar también,
      pero algo en el tono de Bruno y en el modo como miraba la puso nerviosa. Su
      hermano  nunca  había  conseguido  engañarla  y  suponía  que  tampoco  la  estaba
      engañando en aquel momento, pero algo en su actitud la hacía dudar sobre si de
      verdad quería ver a aquellos niños. Tragó saliva, ansiosa, y rezó en silencio para
      que  volvieran  a  Berlín  en  el  futuro  inmediato  y  no  pasado  todo  un  mes  como
      había apuntado Bruno.
        —¿Qué? —dijo el niño al volverse y verla plantada en el umbral, estrechando
      su  muñeca,  con  las  rubias  trenzas  en  perfecto  equilibrio  sobre  los  hombros,  a
      punto para recibir un buen tirón—. ¿No quieres verlos?
        —Claro que sí —replicó ella, y avanzó con paso vacilante—. Quítate de en
      medio —dijo, propinándole un codazo.
        Hacía una tarde radiante y soleada, y el sol salió por detrás de una nube en el
      preciso  instante  en  que  Gretel  se  asomó  a  la  ventana;  pero  un  momento  más
      tarde sus ojos se adaptaron a la luz, el sol se ocultó de nuevo y la niña pudo ver
      exactamente a qué se refería Bruno.
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