Page 134 - 12 Kepler
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Pero las reflexiones de Kepler fueron un interesante antecedente.
                    No es solo que las leyes de Kepler le abrieran las puertas a Newton,
                    sino que se metieron hasta la cocina.
                        Como hemos visto, fue Kepler quien dijo que el Sol ejercía
                    una fuerza, similar a la magnética de Gilbert, que se iba perdiendo
                    con la distancia de la misma forma que lo hace el flujo luminoso
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                     (según 1/r ). Hay que hacer hincapié en ello porque esta imagen
                    es completamente novedosa e irrumpe de manera revolucionaria
                    en la historia de la física.
                        ¿Cuál era la propiedad de un cuerpo como el Sol, o como la
                    Tierra, que desencadenaba esta fuerza? En la dinámica de Newton,
                    es la masa. En cambio, Kepler lo atribuía (hoy pensamos que erró-
                    neamente) a algo relacionado con el giro. Así que él «sabía», o por
                    lo menos lo predecía con sus razonanüentos iluminados, que el
                    Sol giraba. Cuando Galileo vio que las manchas del Sol indicaban
                    que, efectivan1ente, este giraba, no le sorprendió, aunque lo con-
                    sideró una prueba concluyente de su teoría de lo que hoy podría-
                    mos llamar la «gravitación engendrada por el giro».
                        ¿Quién descubrió las manchas solares y su movimiento? Segu-
                    ramente fueron los astrónomos chinos pero, para el mundo occi-
                    dental, este descubrimiento suele atribuirse a Galileo, aunque pudo
                    haber otros que le precedieran. Lo cierto es que el mismo Kepler, si
                    no el primero, solo dos años después de la publicación de Galileo,
                    observó las manchas mediante un procedimiento digno de ser re-
                    cordado. Como también hemos dicho, Kepler era muy aficionado a
                    practicar un agujero en un cartón y observar la imagen invertida en
                    una pantalla situada en la parte posterior.
                        En el caso al que nos referimos, este agujero existía, aunque
                    no fuera el mismo Kepler el autor de la perforación. En uno de sus
                    viajes a Ratisbona, mientras visitaba su magnífica catedral, se per-
                    cató de que algunos agujeros en las vidrieras hacían el mismo
                    efecto que el agujero del cartón, y las imágenes se proyectaban en
                    la pared de enfrente del interior del templo. Allí vio Kepler la ima-
                    gen del Sol invertida, allí identificó las manchas solares y allí re-
                    conoció  su  movimiento.  Podemos  imaginarlo  ilusionado  y
                    nervioso, llamando la atención de devotos o visitantes sobre el
                    inesperado instrumento de observación astronómica.





         134        REPERCUSIÓN  EN  LA CIENCIA ACTUAL
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