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dor. El oficial de su relojero, gracias a un orificio en una chapa,
también lo observó y lo certificó:
Heinrich Sto lle, oficial menor de relojero, de mi puño y letra: Cuando
las nubes desaparecían, se veía que habían pasado por encima del
puntito, pero el puntito segtúa estando en la luz, aunque las nubes
hubieran discurrido sobre él.
¿Quién podría ser aquel hombre que colocó el papel blanco
interceptando el rayo de luz que se filtraba por el orificio de la
pared? ¿Quién fue raudo a comunicarlo al palacio del emperador?
Era .. Johannes Kepler.
.
Pero lo que había visto no era el tránsito de Mercurio, sino
una descomunal mancha solar, como él mismo comprobó des-
pués. Afortunadamente, estaba con su amigo Martín Bachazek,
con mucha mejor vista que Kepler, para cerciorarse de que el pun-
tito negro no era el fruto de sus ojos torpes. Así pues, quien des-
cubrió las manchas solares (para la cultura occidental) realmente
fue Kepler. No fue Galileo, ni Fabricius, ni ningún otro, ya que el
descubrimiento de las manchas fue objeto de disputas de priori-
dad. Fue Kepler, aunque interpretara erróneamente lo que estaba
observando.
KEPLER Y LA ENTROPÍA
La termodinámica enseña que hay una direccionalidad temporal
en los procesos. Hay una magnitud física, denominada entropía,
que siempre aumenta en los procesos reales. Hay sucesos «irre-
versibles», en los que la entropía del universo aumenta, que no se
dan en la naturaleza por ser extraordinariamente improbables.
Así, nadie ha visto que espontáneamente se enfríe un poco el suelo
y una piedra salte a nuestra mano.
Kepler no fue precursor de la termodinámica ni tuvo ninguna
idea en su cabeza que pueda hoy considerarse como avanzadilla
del concepto de entropía, ni aquí se pretende sugerir tal cosa.
136 REPERCUSIÓN EN LA CIENCIA ACTUAL