Page 14 - MONTT LATIN AMERICAN MAGAZINE, OCTUBRE 2021 (Español)
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latinoamericanos —Brasil y Colombia— completan el podio de los más enganchados a las redes sociales, con 225 y 216 minutos diarios de promedio, respectivamente. Chile es el país latinoamericano con el porcentaje más alto de penetración de Internet: con más de 14 millones de personas conectadas, alcanza al 76 por ciento de la población total.
Las comunidades de internautas de otros países por supuesto que son mucho más grandes; de hecho Brasil cuenta con 126 millones y México con 67, por ejemplo, pero ninguna de ellas supera porcentualmente el 60 por ciento. Por otro lado, sin embargo, la elevada presencia de Internet a nivel social no se condice directamente con el tiempo online en Latinoamérica. Mientras que los argentinos llegan a consumir 293 horas por mes y los brasileños 246 horas, los chilenos disponen de 41 horas mensuales.
Los Jóvenes y las
Redes Sociales
De acuerdo con la investigación de la firma con sede en Londres GlobalWebIndex que analizó datos de 45 de los mercados de internet más grandes del mundo estimó que el tiempo que cada persona dedica a los sitios o aplicaciones de redes sociales pasó de unos 90 minutos por día en 2012 a 143 en la actualidad.
En México el tiempo de pantalla solo se redujo en cuatro segundos durante los primeros tres meses de 2019 en comparación con 2018.
El aumento del tiempo dedicado a las redes sociales parece estar impulsado por su uso por parte de un grupo demográfico específico: personas de 16 a 24 años. Ellos son los que pasan más tiempo por día en línea: GlobalWebIndex registró su uso diario de redes sociales en poco menos de 180 minutos en promedio en 2018.
Los jóvenes argentinos de los 16 a 24 años tienen el promedio de uso más alto del mundo: nada menos que 257 minutos diarios conectados al día.Por lo demás, cuanto más joven es la población de un país, mayor es el tiempo de uso general del mismo, razón por la cual los países de mercados emergentes lideran las clasificaciones de “tiempo dedicado en línea”.
Las redes sociales se convirtieron en un escenario de interacción política cada vez más importante en el mundo y, especialmente en Latinoamericano. Tanto que de acuerdo a las mediciones de Digital News Report, un prestigiado informe publicado anualmente por el Instituto Reuters de Periodismo de la Universidad de Oxford, “en 2020 se ve por primera vez que las redes sociales superaron a la televisión como fuente de información noticiosa”. Agrega un estudio “Medios de comunicación, Redes Digitales y Consumo de Información Política en Chile”, de los investigadores del Observatorio de
Política y Redes Sociales de la Universidad Central, Carolina Cornejo y Felipe González, que estas tecnologías desplazaron a todos los medios tradicionales respecto a la información política que consume la ciudadanía. Además, según el documento no son Twitter ni Facebook las plataformas más masivas, sino donde se consume más información es WhatsApp. Los investigadores argumentan que “la pérdida del privilegio de la información por parte de los medios tradicionales repercute en la esfera pública”.
Brasil y la Desinformación y las
Fake News
De ahí la importancia que adquirieron las noticias falsas o fake news y la desinformación, dado que por esta prevalencia de las redes sociales, los medios tradicionales no poseen ni las herramientas ni los medios, ni actualmente la autoridad para contrarrestarlas.
De acuerdo con los expertos, la batalla sobre qué es verdadero o falso, quién decide y si castigar a los infractores y cómo hacerlo, está desgarrando el tejido mismo de la democracias de los distintos países. Las fake news están erosionando gravemente la fe del público en el sistema de votación, especialmente en países como Brasil, donde más se observa este fenómeno y donde más se teme dado que pronto vienen las elecciones presidenciales de 2022. También el país se encuentra en el centro de una crisis constitucional que enfrenta al Presidente Bolsonaro contra la Corte Suprema. Incluso para los estándares regionales, Brasil parece ser un caso especial. Está claro que, si Estados Unidos fue un campo de batalla principal en el debate mundial sobre la desinformación durante sus elecciones presidenciales de 2020, Brasil podría ser el epicentro de una batalla similar en la que el Presidente Bolsonaro busca la reelección el próximo año. Las noticias falsas tienden a prosperar más en sociedades polarizadas, indica Michael Beng Petersen, profesor de la Universidad de Aarhus de Dinamarca y un reconocido experto en desinformación. No es de extrañar entonces que Brasil tenga un problema tan grave.
Los brasileños al principio expresaron su frustración en una serie de protestas populares que llevaron a un millón de personas a las calles en 2013. Pero el principal campo de batalla cambió rápidamente en línea. Los brasileños ya habían estado entre los primeros y más entusiastas en adoptar las redes sociales, adoptando Orkut, una plataforma de redes sociales propiedad de Google, años antes de que Facebook o Twitter conquistaran el mundo. Aunque Orkut cerró en 2014, Brasil tiene hoy alrededor de 160 millones de usuarios de redes sociales, más que cualquier otro país fuera de Asia, excepto Estados Unidos. Los brasileños también
pasan más tiempo en las redes sociales que en cualquier otro país, excepto Filipinas, según un informe digital de We Are Social, una agencia de marketing, y Hootsuite, una plataforma de gestión de redes sociales. En medio de todo llegó Jair Bolsonaro como candidato a la presidencia; tanto en ese período como hoy muchos analistas consideran imposible imaginar el ascenso del actual Presidente de Brasil sin la ayuda de las redes sociales. Mientras los medios y políticos tradicionales de Brasil le cerraban las puertas y condenaban sus controvertidos dichos, surgía un público cada vez más leal en línea. “Es como si (Bolsonaro) supiera qué palabras decir para reproducir el algoritmo” Incluso hoy, sus seguidores tienden a ver las redes sociales como el pilar central de su poder y popularidad. Creen que sin él, el debate público estaría monopolizado por los diarios, las revistas y las emisoras tradicionales como O Globo, que constantemente han cuestionado o se oponen a la retórica del Jefe de Gobierno. Esto ayuda a explicar por qué cualquier intento de regular las redes sociales genera una oposición tan inmediata y feroz entre muchos bolsonaristas.
Situación del Resto
de Latinoamérica
Pero este no es un problema solo de Brasil. La cuestión de cómo lidiar con la marea de desinformación, sin restringir las libertades esenciales, plantea un dilema extraordinariamente para todo Latinoamérica difícil para los legisladores, las empresas de tecnología, el sistema judicial, sin soluciones fáciles a la vista. América Latina tiene una de las tasas de uso de redes sociales más altas del mundo, y uno de los niveles más bajos de confianza en el Gobierno y otras instituciones, lo que hace que muchos países sean un terreno especialmente fértil para las noticias falsas. En Colombia, a principios de este año, se publicaron en Twitter informes falsos sobre policías que abusaban de menores en un aparente intento de motivar el sentimiento anti-policial entre los millones de manifestantes antigubernamentales que salieron a las calles. En Perú, una dudosa encuesta que mostró al nuevo Presidente, Pedro Castillo 30 puntos por delante de Keiko Fujimori fue ampliamente compartida en numerosas plataformas.
Las elecciones que se celebrarán este año en Chile y el próximo en Colombia y, particularmente, en Brasil, serán una prueba de fuego.
El entorno latinoamericano, con bajos niveles de educación, hace que la población en general sea proclive a tomar como ciertas las informaciones engañosas o falsas que circulan en redes sociales.
De acuerdo con un estudio realizado por la conocida empresa antivirus rusa con sede en Londres, Kaspersky y la organización
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