Page 14 - MONTT LATIN AMERICAN MAGAZINE, AGOSTO 2021 (Español)
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1968, se informó que, según el Ministerio de Obras Públicas y la Dirección de Meteorología de Chile, en julio pasado se vivió el mes más secos de la historia en la Región Metropolitana, con un dé cit de un 86 por ciento de las precipitaciones y de un 85 por ciento en la acumulación de nieve, llegando incluso al 100 por ciento en algunos sectores de Coquimbo. Los embalses del territorio nacional cuentan apenas con el 28 por ciento de su capacidad. A estos datos se sumó el estudio realizado por la Universidad de Chile, la Universidad Católica y la Dirección de Aguas (DGA), que indicó una caída de entre el 12 al 40 por ciento en los caudales de las cuencas del Aconcagua, Maipo, Rapel, Mataquito y Maule. Respecto de otro punto de gran relevancia que aborda el informe, el de los glaciares andinos, se indica que los incendios que queman la selva y sabana amazónicas tienen otro efecto increíble: deshielan, de manera acelerada, estas zonas . Se descubrió hollín de los incendios de la Amazonía en la cordillera de los Andes.
Hubo un incidente histórico: El 23 de agosto de 2010 se registraron 148 mil 946 incendios en la región amazónica. Aquel verano austral fue el peor del siglo en cuanto al fuego, aun mayor que el de estos últimos años. El humo, que transporta carbón negro fruto de la combustión, nubló las montañas; días después de la oleada de fuegos de aquel año hubo una fuerte de descarga de agua procedente de varios glaciares producto de la acumulación de 800 mil toneladas de hollín. La nieve cubierta por carbón absorbe adicionalmente más de un siete por ciento de la radiación incidente. Si a ello se añade la contaminación procedente de otras fuentes (polvo, polución urbana, etc.) el porcentaje de reducción podría alcanzar sobre el 20 por ciento.
El caso de Colombia es más grave aún; en un trabajo en colaboración con el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), se estableció que en los últimos seis años ese país perdió el 17 por ciento del área glaciar. Es decir, solo quedan 37 kilómetros cuadrados de hielo. “El aumento de la temperatura global en zonas ecuatoriales es mucho más intenso”, explica Jorge Luis Ceballos, glaciólogo del Ideam, y uno de los responsables del informe. “Mientras que en el resto del mundo subirá dos grados, en estas regiones se estima que pueda ser el doble”. Esto no solo ocurre en Colombia; puede pasar pronto en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Perú, los países latinoamericanos que reúnen el 99 por ciento de los glaciares de zonas tropicales del planeta.
Los Océanos, Misterio para el Futuro
Otro aspecto abordado por el informe es la vida marina, los ecosistemas de litoral y las comunidades humanas que viven de las industrias pesquera y turística, dado que el
nivel del mar se disparó por el deshielo en los extremos norte y sur del planeta. Más del 93 por ciento de todo el calor que añadieron al planeta las actividades humanas desde la década de 1950 lo absorbieron los océanos, pero a un precio que solo estamos empezando a comprender. La elevación de la temperatura y el aumento de su acidi cación se están ahora haciendo patentes en el derretimiento del hielo marino del Ártico y, entre otras cosas, en la decoloración de los corales.
El calentamiento de los océanos en los últimos 60 años se produjo en tal escala que es difícil de asimilar. Un estudio elaborado en 2015 por el Grantham Institute concluye que, si la misma cantidad de calor que se ha añadido entre 1995 y 2010 en los primeros dos kilómetros de profundidad de los océanos se hubiera agregado a los 10 inferiores de la atmósfera, la temperatura de la Tierra se habría incrementado en 36 grados Celsius. Por lo tanto, los océanos nos han protegido de los peores efectos del cambio climático. Pero hay una gran incertidumbre sobre su capacidad para absorber dióxido de carbono en el futuro. Si los océanos fueron hasta ahora nuestros mejores aliados, existe el riesgo de que empiecen a cobrarnos la factura: una gran parte de las emisiones que hemos generado desde comienzos del siglo XX, ahora almacenadas puede regresar a la atmósfera. Al absorber más CO2 “el océano ha experimentado una creciente acidificación” y se ha producido “una pérdida de oxígeno”.
En las costas del Pací co las poblaciones y la pesquería industrial y artesanal de países con una historia y tradición pesquera como Chile y Perú sufren. Se espera que para el 2050, las inundaciones costeras podrían generar alrededor de USD$ 940 millones a USD $ 1,2 mil millones de pérdidas anuales promedio en las 22 ciudades costeras más grandes de América Latina.
Los investigadores calcularon que los océanos albergan hasta 1 millón de especies diferentes. El aumento de la temperatura puede provocar la migración en masa de los peces, y con ello una homogeneización de la biodiversidad a escala planetaria. Esto implicaría la disminución de la biodiversidad marítima en las regiones de aguas más cálidas y un drástico aumento en las regiones más frías alrededor de los polos. Este cambio podría tener un impacto muy grave sobre la pesca y la acuicultura en todo el mundo. “Las poblaciones de peces se moverán hacia los polos para localizar sus temperaturas preferidas; esto afectará particularmente a los países tropicales en términos de pesca; ya en Europa hemos visto a la caballa y el bacalao alejándose hacia el norte”, explica Alex Rogers, profesor de Biología de la Universidad de Oxford, que: “Los peces también se hacen más pequeños a medida que aumentan las temperaturas”, añade este especialista.
Necesidad de Proteger el Medioambiente
Otro aspecto a considerar es la importancia de los cultivos y ganadería. América Latina y el Caribe es la segunda región que genera más emisiones agrícolas a nivel global (17 por ciento), sólo superada por Asia (44 por ciento).
El estudio advierte que el incremento de la temperatura seguirá al menos hasta mediados de este siglo, pase lo que pase. A partir de 2050 las cosas se pueden poner realmente complicadas, porque no se logrará que el nivel de calentamiento se quede entre los 1,5 y 2 grados Celsius “a menos que se produzcan reducciones profundas en las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero en las próximas décadas”. En el peor escenario, si no se actúa y las emisiones siguen creciendo al mismo ritmo que hasta ahora, el informe estima que a  nales de este siglo se llegaría a un incremento de 4,4 grados Celsius, algo que multiplicaría también la intensidad y frecuencia de los fenómenos extremos. Los países desarrollados anunciaron paquetes de estímulo —cuatro billones de dólares en Estados Unidos y 750 mil millones de euros en Europa—, reflejando expansiones fiscales y monetarias contrarias a la ortodoxia, con compromisos en inversiones verdes para enfrentar este problema. EnAméricaLatina lospaquetesdeestímulos fueron menores, del 4,7 por ciento del PIB (USD $211 mil millones ), y de ellos solo 3,2 por ciento serían consistentes con las metas ambientales y climáticas.
El gasto en protección ambiental en América Latina y el Caribe experimentó un descenso en los últimos años. Entre 2016 y 2019, promediaba únicamente el 0,4 por ciento del gasto del gobierno central y en 2020 se redujo a sólo 0,2 por ciento.
Las soluciones a este problema de las entidades internacionales indican que el nuevo enfoque debe ser un cambio paradigmático orientado a una nueva civilización, con mejor calidad de vida y con una preocupación relevante por la sostenibilidad ambiental, un estilo que permita proyectarse positivamente hacia las generaciones venideras. No obstante, esto no va a ocurrir sin una transformación profunda y estructural, y tampoco será posible sin un cambio cultural igualmente intenso, que anule las tendencias actuales al individualismo y que permita la recuperación del valor de la solidaridad, no solo con los seres humanos, sino con todas las formas de vida que pueblan la Tierra. Lamentablemente, la actual inserción de China en América Latina re eja una nueva tendencia histórica que afecta las estructuras productivas de la región, fortaleciendo el modelo exportador basado en bienes primarios. De hecho, más del 70 por ciento de las importaciones de China procedentes de América Latina
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