Page 4 - Lucado. Max - Como Jesús_Neat
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QUERIDO AMIGO
El cuarto donde escribo es diferente . Hace apenas unos pocos meses estas paredes eran blancas.
Ahora son verdes. En un tiempo estas ventanas estaban adornadas con cortinas; hoy están
cubiertas con contraventanas. Mi silla solía estar sobre una alfombra color canela, pero ahora es
blanca. Para ser franco, no tenía problema con la alfombra canela. A mí me parecía bien. Tampoco
tenía objeción para las paredes y cortinas blancas. Desde mi punto de vista la habitación se veía
bien.
Pero no desde la perspectiva de mi esposa. A Denalyn le encanta decorar. Mejor dicho, ella
tiene que decorar. No puede dejar una casa sin cambiarla, así como el artista no puede dejar una
tela sin tocar ni el músico puede dejar una canción sin cantar.
Afortunadamente ella limita su trabajo de remodelación a lo que tenemos. Nunca mueve los
muebles en los hoteles ni reorganiza los cuadros en las casas de los amigos. (Aun cuando se
siente tentada a hacerlo.) Remodela lo que poseemos; pero recuerde lo que digo: lo que poseemos
lo remodelará. Para Denalyn no es suficiente tener una casa; ella tiene que cambiar la casa.
En cuanto a mí, estoy contento con tener una casa. Mis gustos son, por así decirlo, menos
refinados. A mi modo de ver una silla y un refrigerador están muy cerca de recibir un premio por
decoración de interiores. Para mí la tarea de Hércules es comprar la casa. Una vez que la
transacción está finalizada y se compra la casa, estoy listo para mudarme y descansar.
Pero no así para Denalyn. Tan pronto como la tinta se seca en las escrituras, ella está
mudándose y remodelando. Me pregunto si heredó ese rasgo de su Padre, el Padre celestial. Lo
que pasa es que la manera en que Denalyn ve una casa es como Dios ve una vida.
A Dios le encanta decorar. Dios tiene que decorar. Déjelo vivir por suficiente tiempo en un
corazón, y ese corazón empezará a cambiar. Los retratos de heridas serán reemplazados con
paisajes de gracia. La paredes de ira serán demolidas y los cimientos endebles restaurados. Dios
no puede dejar una vida sin cambiar así como una madre no puede dejar sin tocar la lágrima de su
hijo.
No es suficiente para Dios ser su dueño; Él quiere cambiarlo. En donde usted y yo nos daríamos
por satisfechos con una reclinadora y un refrigerador, Él rehúsa conformarse con cualquier vivienda
que no sea un palacio. Después de todo, es su casa. No hay gasto que escatimar. No hay atajos
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