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CONSEJOS PARA HACERSE RESISTENTE
Los psicólogos a rman que la resiliencia se puede ejercitar, porque no es un rasgo de la personalidad, sino un conjunto de habilidades susceptibles de mejora. Así se entrena.
'Racione' la preocupación
Preocuparse es normal. Pero hay que dosi car
la angustia. Practique este ejercicio: dedique solo 15 minutos al día a ponerse en lo peor (nunca por la noche y en la cama). Plantéeselo como una tarea. Así le será más fácil desconectar.
Improvise
Cuando la realidad cambia, no queda otra que adaptarse. Aproveche que el cerebro tiene
una gran neuroplasticidad durante toda la vida. Escuchar música, aprender un nuevo idioma, escribir a mano... mantienen la ' exibilidad' cerebral.
No se 'infoxique'
Como dice el campeón de ajedrez Garri Kaspárov: «Mire hacia atrás y aprenda; mire hacia adelante y plani que». Estar pendiente minuto
a minuto del devenir de los acontecimientos nos hunde. Una cosa es informarse, otra 'infoxicarse'.
Muévase
El ejercicio no solo activa los músculos, también repara los circuitos neuronales dañados
por el estrés. Aprenda a respirar con la barriga... ¡y póngase recto! Las personas que pasan por un periodo de angustia caminan con los hombros caídos y eso di culta una buena respiración.
Pequeñas tensiones
Podemos a nar la resiliencia estando atentos a cómo reaccionamos en los pequeños momentos de tensión de cada día, por ejemplo, en la cola del supermercado. De este modo, en una situación límite, reaccionaremos mejor.
Reevalúe
Somos como somos, y también como nos ven los demás. Por ello, debemos reevaluar nuestro papel de narradores de nuestra propia vida. Replantee la manera en la que cuenta sus problemas. Así también irá cambiando
la visión que tiene sobre sí mismo. El sentido del humor ayuda.
Medite
Un estudio de la Universidad de Harvard señala que la gente pasa el 47 por ciento de su tiempo pensando en otra cosa diferente a la que está haciendo en ese momento. La meditación ayuda a mejorar la atención.
Busque inspiración
Las personas a las
que admira son el espejo en que mirarse. Cuide
de sus amigos. Sea compasivo con los demás e indulgente consigo mismo. Ayudar ayuda.
permitió sobrevivir en los tiempos en que el ser humano era un cazador y corría también el riesgo de ser cazado.
Una di cultad añadida por el coronavirus es que nos impone el distanciamiento social. En apariencia, va en contra de ese espíritu de equipo tan necesario para resistir, aunque en el fondo no deja de ser una estrategia colectiva de supervivencia. La pandemia nos puede obligar a cambiar nuestra manera de establecer contacto, del mismo modo que el ébola, por ejemplo, obligó a modi car los ritos funerarios
en los países africanos azotados por aquella epidemia, como tocar o lavar el cádaver, una fuente de contagio. Quizá se acaben perdiendo el apretón de manos, los besos en la mejilla, la palmada en la espalda... Al menos durante una temporada. Pero seguramente los sustituiremos por otros rituales a la hora de saludarnos y de infundirnos ánimos unos a otros: una inclinación de cabeza, un enarcamiento de cejas, quizá incluso una elaborada reverencia dieciochesca... O el gesto más peculiar del ser humano: la sonrisa. n
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