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Tradicionalmente se mencionan dos métodos de cálculo:
El sistema de cálculo conocido como full cost considera tanto los costes fijos,
independientes del valor de producción, como los costes variables relacionados con
la actividad productiva de la empresa. El inconveniente es cómo repartir los costes
fijos entre los productos. Son necesarios criterios, a veces arbitrarios, que pueden
producir asignaciones totalmente diferentes. Sería el caso de una empresa que
fabrica varios productos mediante procesos productivos comunes.
El sistema direct cost considera solo los costes variables imputables exclusivamente
a cada producto, añadiendo un margen de contribución destinado a generar,
además de beneficios, un excedente que cubra los costes fijos. Puede no asegurar
un margen global (aportaciones de márgenes de cada producto) que cubra el
conjunto de costes fijos, en el caso de que las ventas reales no alcancen el
cumplimiento de los objetivos.
Los procedimientos de fijación de precios fundamentados en los costes presentan
las siguientes características:
La empresa precisa del cálculo y asignación de costes para averiguar con qué
productos gana y con cuáles no.
Aportan información sobre el volumen de producción que es necesario alcanzar
para salir de la zona de pérdidas y para determinar la cuota del mercado
correspondiente al umbral de rentabilidad.
No tiene en cuenta las necesidades del comprador, ignora la demanda del mercado
como factor principal que condiciona los volúmenes de venta para diferentes
precios.
No contempla la respuesta de la competencia ante variaciones en el precio.
Las decisiones de precio son decisiones de futuro, lo cual supone que la
determinación de costes futuros es más importante que los costes actuales. (García,
s.f.)
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