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Italia: el peligro Berlusconi
Guillermo Almeyra
Este domingo los italianos elegirán 630 diputados y 315 senadores y de esa multitud saldrá un
nuevo primer ministro y un gabinete ministerial que deberá dirigir un país todavía sumergido en
una larga crisis y cuya población nativa continúa disminuyendo por la baja natalidad y la emigración
de ciudadanos (que la alta inmigración de desesperados africanos o del Medio Oriente apenas
compensa).
La alianza entre Fuerza Italia, de Berlusconi, la Liga Norte, separatista, racista, xenófoba,
fascistoide, Hermanos de Italia, de iguales características, y unos Independientes que son
semifascistas, es resultado de un acuerdo entre empresarios ultraclericales y corruptos
relacionados con la mafia (cuyo ejemplar más notorio es Silvio Berlusconi), con toda la derecha
ultraderecha italiana. Podría lograr 35 por ciento de los votos sin conseguir la mayoría necesaria
para gobernar sola.
Il Cavallieri, que se jacta de tener siete tías monjas, es un delincuente y depravado que inició su
carrera empresarial-política ayudado por la mafia y por el primer ministro socialista corrupto
Bettino Craxi, quien para huir de una condena judicial debió refugiarse y morir en Túnez. Reclutó
su “partido” como una empresa, ofreciendo trabajo en los diarios, y no tiene ideas, sino intereses.
Su recorrido posterior como magnate de la TV y como primer ministro está marcado por el harén
de prostitutas y actrices a las que regalaba joyas y casas, por negociados semilegales o ilegales que
le valieron varias condenas y la inhabilitación para cargos públicos y por su servilismo ante Estados
Unidos.
Es un Trump antes de Trump en versión payasesca y representa todos los vicios y limitaciones
de una vasta capa de italianos de clase media pobre y toda la corrupción de un Estado formado por
los demócratas cristianos y por los ocupantes estadunidenses (con la ayuda fundamental del freno
a las exigencias populares que aportó el hoy desaparecido Partido Comunista Italiano, stalinista).
Por eso fue relegido varias veces, cada una de las cuales más a la derecha. Ahora, aunque no puede
ser candidato, presenta como su futuro primer ministro –en realidad, como taparrabos– al
presidente del Parlamento Europeo, que no es ladrón, pero sí un hombre de los banqueros
internacionales.
Frente a este aglomerado conservador fascistizante o fascista, en el cual el partido de Berlusconi
es la principal fuerza, está el Movimiento 5 Estrellas, dirigido por el cómico Beppe Grillo, expresión
de la protesta moralizante y conservadora de sectores populares, cuya estructura es verticalista y
dependiente de unos pocos líderes y en cuya juvenil base difusa coexisten xenófobos y reformistas
de centroizquierda. También figura, en tercer lugar, el Partido Democrático (alianza de ex
democristianos y de los que pasaron sucesivamente desde el stalinismo de derecha original –el PCI–
al Partido Democrático de Izquierda –PDI– y al PD, cuyo modelo es el partido estadunidense de los
Clinton, tras perder junto con la I de “izquierda” todas las ideas de ese tipo y convertirse en un
partido centroderechista gerente del capitalismo).
Pero la mayoría de los electores probablemente se abstendrá, aunque el temor a un retorno de
Berlusconi, ahora con los fascistas, quizá pueda llevar a algunos al llamado “voto útil”. El capital
financiero internacional y las autoridades de la Unión Europea temen, por su parte, que el
corrupto Cavallieri abra las puertas del gobierno a los fascistas (como hizo la monarquía y la gran
industria con Mussolini) y que, en las condiciones sociales de Italia, eso pueda llevar a una
radicalización masiva de los trabajadores, cuya fuerza sigue siendo grande y que la frágil economía
y el sistema bancario italiano se derrumben contagiando al resto.
La Jornada, 04 de marzo de 2018
almeyraguillermo@gmail.com