Page 137 - Como mariposas a la luz
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Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no saben leer y escribir, sino aquellos

                   que no puedan aprender, desaprender y reaprender.
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                  Desde tiempos inmemoriales se ha recurrido a la profesión de vendedor como una

                  salida hacia adelante ante los atascos de la carretera de la vida. De una manera
                  habitual, hubo un tiempo en el que si decidías no estudiar, te derivaban de una

                  manera inexorable hacia el camino de la venta. Y como metidos en un bucle diabólico,

                  como no hacía falta estudiar ni saber para ser vendedor, te arrojabas sin red a la
                  aventura de vender.



                  Toda leyenda se crea por algún y va cuajando por el arte de la repetición  y así,

                  expresiones como, yo he estudiado en la Universidad de la calle, todo lo que sé lo he
                  aprendido en la calle o que me vas a enseñar a mí que me han salido los dientes en

                  la calle se hicieron populares en este mundo nuestro y cuanto más las usabas, mas

                  cicatrices  demostrabas  y  más  “tatuajes”  de  guerra  tenías,  lo  que te  convertía  en

                  alguien digno de respeto. No deja de ser curiosa que ésta, sea la única profesión para
                  que la que “teóricamente” no haría falta formarse, como si nada cambi ni el mundo,

                  el comercio, los productos y el propio cliente, no cambiaran y evolucionaran.

                  “Solo hay una verdad inmutable, y es que todo cambia”.
                  Al igual que en la vida, el vendedor es alguien que se ha hecho a sí mismo, con lo

                  bueno y lo malo que ello tiene, adquiriendo el hábito de “resistir hasta ganar” junto

                  a otros muy buenos, pero por desgracia, estos llevan aparejados otros menos buenos
                  que la calle, de una manera machacona enseña con sello de Boomerang. Como todo

                  hábito, son difíciles de dejar en el camino, y nos llevan como una rotonda sin destino

                  al retorno de la monótona repetición, más allá del resultado. Aprender, evolucionar,

                  mejorar, tiene muchísimo de “desaprender”, de dejar huecos en nuestro cerebro y
                  en nuestro tiempo del día a día, para incorporar, con la voluntad de persistir hasta

                  adquirirlo como un hábito saludable.

                  Es duro, porque dejar cosas que nos funcionaron en el pasado, o nos lo hacen todo

                  más fácil (aunque no más efectivo) es difícil, porque te hace salir de tu zona cómoda
                  con lo que ello entraña.
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