Page 160 - Como mariposas a la luz
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Vista Venta en la dimensión humana






                  Cuando uno habla de esta profesión y además la práctica, llega a la conclusión de

                  que seguramente es de las que más, sólo te hace sentir y más veces.
                  Es una profesión en la que nadie te evalúa ni te  da un título y  no dependes de

                  exámenes  que  te  puntúen  de  una  manera  “objetiva”  y  que  a  partir  de  ese

                  momento todo el mundo sepa que tienes un título.


                  Sabes  lo  que  vales  por  tus  éxitos  o  tus  fracasos  y  solo  tú  mismo  eres  capaz  de

                  “sentir” tu auténtico valor, lo que la convierte en una constante montaña rusa de

                  emociones que suben o bajan dependiendo del día o el momento.
                  Te pasas una vida compitiendo contigo mismo para mejorar tu propia marca en un

                  bucle sin  fin de  objetivos  cubiertos,  y  nuevos  retos  en  una  mezcla  agridulce  que

                  nunca acaba de tomar forma, ni sabor.


                  Pero si duras lo bastante y la arena no te ha derrotado en alguna batalla, llegas a

                  sentirte parte de ella, a convivir con todos sus componentes y hasta a entenderte a ti

                  mismo en todas las dimensiones. Acabas entendiendo que, el éxito, es el resultante

                  de  restar  los  fracasos  a  tus  acciones.  La  suma  de  ambos,  tu  experiencia,  y  la
                  aceptación de todo, eres tú.

                  Y a partir de ese momento ya formas parte del hábitat, dominas esa jungla y ya no

                  eres presa, ¡eres depredador!


                  A base de convivir con otros vendedores acabas siendo como el Lobo, “fuerte en

                  solitario, solidario en manada”, y tienes el egoísmo suficiente para aprender de todos
                  y de todo.

                  Cuando ese momento llega, disfrutas de lo que antes sufrías y aprendes a tratar el

                  éxito o el fracaso como dos auténticos impostores, pues tú, eres siempre el mismo,

                  ¡un luchador!
                  Y pasado mucho  tiempo rodeado  de auténticos vendedores, aprendes a sentir el

                  sabor de la solidaridad, la amistad y el trabajo en equipo, y todo empieza a tener

                  sabor y nada es agridulce.
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