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En relación a la seguridad, Bitcoin funciona con criptografía asimétrica en donde el usuario dispone de
un par de claves vinculadas matemáticamente. Una clave privada, solo conocida por él, y una pública
que la distribuye a todos que es la dirección mencionada anteriormente. La información específica se
cifra con la clave pública y solamente se puede descifrar con la privada.
El bitcoin tiene tres datos curiosos. El primero es que un pago no es reversible, o sea que si se envían
bitcoins a la dirección incorrecta no pueden ser recuperados. El segundo es que cada bitcoin se puede
fraccionar hasta ocho decimales (0,00000001) lo que se denomina satoshi, en honor a su “supuesto”
inventor. Y por último, según su diseño, la cantidad máxima de bitcoins que puede haber en circulación
es finita (21 millones).
Proceso de minería
En los sistemas monetarios tradicionales, los bancos centrales regulan la cantidad de efectivo emitien-
do o retirándolo de circulación en función de la cantidad de transacciones que desarrolla la actividad
económica. Esto con el objetivo de no emitir más de lo que se requiere para no generar un aumento
en la inflación.
El bitcoin no es emitido por ningún banco ni autoridad central. Por lo tanto no usa una base de datos
centralizada sino que el log de transacciones se distribuye en toda la red. El principal desafío de esto
es evitar las inconsistencias de que alguien pueda gastar el mismo bitcoin dos veces. Para eso se usa
la minería (como analogía a la minería del oro), un proceso realizado por un equipo (o varios) con sufi-
ciente capacidad de cómputo para resolver un complejo problema matemático con el fin de confirmar
y validar un grupo de transacciones cada 10 minutos. Si hay otras transacciones que generan conflicto
se descartan.
La dificultad del problema matemático puede crecer o decrecer de acuerdo a las circunstancias del
mercado. Al primer minero (que además actúa como nodo) en resolver el reto se le adjudica el bloque
que se vuelve inmodificable y es después replicado al resto de los nodos. Éste proceso es altamente
competitivo (lo cual hace que nadie exclusivamente pueda controlar blockchain) ya que los mineros
son premiados de dos maneras: recibiendo bitcoins y cobrando una pequeña comisión que la paga el
usuario. Ésta siempre va a ser muy inferior a cualquier comisión de banco.
La letra del problema (Advertencia: solo apto para informáticos)
Pero ¿qué evita que alguien genere bitcoins aleatoriamente?
Para responder la pregunta hay que explicar qué es un hash y su relación con todo esto. Un hash (en
español picar o moler), es un número que se escribe normalmente en hexadecimal y se utiliza en éste
contexto (entre otros) para una función criptográfica. De ésta forma se podría convertir cualquier pala-
bra o expresión en un número hexadecimal muy grande utilizando un algoritmo específico. Bitcoin usa
el SHA-256. Por ejemplo, el hash de la palabra “ude” es:
3D4CD2D6621B1F97970C730FAC39D5FBF6F5D26BB6300E5AFBEA23D5CDCA6902
El proceso de minería consiste en juntar un grupo de transacciones (de cantidad variable) en un bloque
y convertirlo en un hash de 256 bits. El tiempo de generar éste hash en cualquier máquina es casi inme-
diato, de hecho el proceso hasta podría hacerse manualmente. Pero para los mineros se le suma una
complejidad muchísimo mayor cuyo nombre técnico es proof-of-work, o prueba de trabajo en español.
Si el hash empieza con la cantidad de ceros requerida (dada por la “dificultad del minado”), se valida el
Reflexiones sobre Ingeniería 39