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Camino a la Victoria






          Entonces, el obstáculo para que tu vivas una vida victoriosa está primeramente en ti.  Si tú

          crees que la vida de un creyente es apacible, sin tropiezos -eso precisamente es tu
          obstáculo.  Si tú crees que la vida de un discípulo es una vida larga, sin una sola
          enfermedad, eso también es tú obstáculo.  Si tú crees que la vida cristiana es un descanso

          eterno sobre un lecho de rosas, ese es tú obstáculo. Si tú crees que la vida victoriosa
          significa no tener fracasos, sino éxitos constantes,  ése es tu obstáculo.  Si tú crees que una
          vez que has sido justificado por la gracia de Dios y por tanto perdonado de tus pecados, ya

          no vas a pecar más, ése es tu obstáculo.  Si tú fuiste pobre cuando te convertiste en
          cristiano, pero ahora que estás en el Reino de Dios esperas ser rico, ése es tu obstáculo.
          Escucha lo que Pablo dice al respecto:




          1 Corintios 1:23 «pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente
          tropezadero, y para los gentiles locura;»




          En otras palabras, el Cristo crucificado que seguimos y predicamos desafía la lógica del
          mundo, y ese mundo lo aborrece.  Jesús lo dice de este modo.




          Juan 7:7 «No puede el mundo aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo
          testifico de él, que sus obras son malas.»  En otras palabras, vivimos en un mundo que odia
          a Jesús ¿No odiará éste a aquellos que siguen a Jesús? Aquí no ves ninguna vida fácil,

          ¿verdad?



          Dios te llamó para que vencieras al mundo, a que llevaras una vida victoriosa.  Pero no de

          la forma en que el mundo entiende la victoria y cómo ser victorioso.



          Si en cada prueba, tentación o duda, buscas al Señor en oración, Él te dará la fortaleza y
          ayuda que necesitas.  No sólo debes orar por ti y tus necesidades, también por otros

          creyentes o personas que sabes que necesitan la ayuda de Dios; y muy especialmente,
          debes orar por las misiones que predican el Evangelio, en todo el Mundo; por esa misión
          que lleva a cabo la iglesia donde te reúnes o te reunirás cuando así lo decidas.





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