Page 38 - La Rebelión de los Bolsillos Rotos
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Ronald J. Acosta Pineda


            (hasta yo tuve una empresa), me ha permitido entender que
            no todos estamos llamados a ser emprendedores, empresa-
            rios o grandes inversionistas. Cada persona decide, desde su
            estructura interna, qué es aquello que considera como esen-
            cial para estar dentro de su proyecto de vida y perseguirlo
            con un objetivo; encontrar plenitud en lo que hace.

               Retomando un punto que se dejó maquetado anterior-
            mente, el ahorro es un hábito que se adquiere sin importar el
            valor de la moneda, porque lo que se busca es adquirir el
            hábito. Una de las dificultades que he encontrado para que
            las personas adquieran el hábito del ahorro es la cultura del
            ya, de la cuál hablaremos en el próximo capítulo. Todo se
            quiere ya, y el ahorro necesita un espacio de tiempo para lle-
            gar al resultado. Como sólo se ve una moneda o un billete de
            baja denominación, no se tiene la capacidad de visualizar la
            recompensa en un periodo de tiempo determinado.

               En cierta ocasión, el hijo de un familiar me pidió que le
            regalara unos patines, a lo que yo le dije que no, en cambio
            le regalé una alcancía y le dije estas palabras; te reto a que tú
            llenes esta alcancía y con eso ahorres la mitad de los patines
            que quieres y yo te doy la otra mitad. Adicionalmente le dije
            que cuando le dieran dinero para la escuela o para salir con
            los amigos, antes de salir depositara una cantidad en la al-
            cancía, de esta manera le estaba enseñando de manera prác-
            tica que no se ahorra el dinero que sobra, porque normal-
            mente hacemos que no sobre. Hay  que ahorrar desde el



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