Page 6 - Compendio Relatos
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Ha sido todo un reto que un día asumí al elegir dejar de quejarme por el
                  cambio abrupto en el que la pandemia me clavó sin previo aviso.

                  Ahora la lucha desde mi propia trinchera, pero a la vez en coordinación con
                  otras  trincheras,  las  de  mis  compañeras  de  equipo,  pasamos  del  diario
                  compartir  y  reír  a  estar cada una  en  su  burbuja,  y  extraño  ese  compartir
                  donde una a la otra alimentaba el día, nutríamos mutuamente el sentir, las

                  preocupaciones y también reíamos mucho, “nuestras sesiones de risoterapia
                  privada” así lo viví, tantos años compartiendo juntas da la oportunidad de
                  leer-se  en  los  gestos,  los  movimientos  y  en  las  palabras  detrás  de  las
                  palabras… lo dicho y lo no dicho y hasta en lo dicho en lo no dicho…

                  Y seguimos caminando desde nuestras trincheras, con impulsos, con ánimos,
                  unas  veces  nuestros  otras  veces  prestados,  pero  seguimos  caminando,
                  seguimos  haciendo  camino,  reinventándonos  como  equipo  y  en  cada
                  especialidad también.


                  Y así, con esta nueva vivencia que no sé cuánto tiempo más llevará, queda
                  seguir  caminando,  esperando  que  el  sol  vuelva  a  brillar,  imponente  en
                  medio del cielo como aquel 11 de julio de 1991, cuando al finalizar el eclipse
                  total podía ver y escuchar a la gente emocionada en las calles, aplaudir y
                  gritar con alegría, y a otros más dar gracias a Dios por lo vivido y sobrevivido,
                  entre tanto rumor que se decía y llenaba de temores a muchos.

                  Así  espero  que  el  sol  vuelva  a  brillar,  que  caliente  los  recreos  y  pueda
                  escuchar de nuevo los gritos y risas de los pequeños, recibir sus muestras de
                  cariño  y  hasta  un  pedacito  de  galleta,  abrazos  fuertes,  suaves,  tiernos,

                  delicados  y  otros  abrazos  sorpresivos,  de  esos  que  casi  me  tumban.    Así
                  espero ese día donde pueda contemplar el sol brillar y agradecer a Dios por
                  lo vivido y lo sobrevivido también.

                                                                           MSc. Delia Arguedas Alfaro
                                                                   Psicóloga Equipo Interdisciplinario
                                                                                      Escuela Santiago
                                                             Barrio Santiago, San Rafael de Heredia
                                                                    Delia.argueda.alfaro@mep.go.cr
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