Page 13 - Sermon 21
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sin ninguna defensa. Entonces comprenden la importancia de cada momento, que aparece como un parpadeo y luego desaparece para siempre.
Pero la sabiduría de Dios es insensatez para el mundo. El asunto de llorar y la pobreza de espíritu es, para ellos, estupidez y torpeza. Es más, esta opinión todavía parece algo favorable, pues tal vez llamen a esas bienaventuranzas abatimiento y melancolía, si es que no las califican de enajenación y locura. Y no es de extrañar que este quienes no conocen a Dios juzguen así. Supóngase que dos personas caminan juntas y que una se detiene intempestivamente y, con grandes señales de temor y asombro, exclama: «¡Nos encontramos al borde de un precipicio! ¡Fíjate, estamos a punto de estrellarnos! Un paso más y caeremos en ese profundo abismo. ¡Para! Yo no daré un paso más por nada del mundo». Cuando el otro, que considera tener tan buena vista como su compañero, mira y no descubre absolutamente nada, ¿qué podrá pensar de sus compañero, excepto que está fuera de sí, que su cabeza está descompuesta, que la mucha religión (ya que no las muchas letras) lo ha vuelto loco.
Que los hijos de Dios, los afligidos de Sion, no se dejen engañar con estas cosas. Ustedes, cuyos ojos han recibido la luz, no se dejen perturbar por quienes todavía caminan en tinieblas. No camines como sombra. Dios y la eternidad son una realidad. El cielo y la tierra verdaderamente están abiertos delante de ti y estás al borde del abismo. Ya ha tragado a más almas de las que se puede expresar con palabras: naciones y linajes, pueblos y lenguas, y todavía está listo a devorar, sea que lo noten o no, a los pobres y miserables seres humanos. ¡Oh, clamen a grandes voces! ¡No se demoren! ¡Levanten su voz a aquel que tiene en sus manos el tiempo y la eternidad! Clamen tanto por ustedes como por sus hermanos, para que puedan ser considerados dignos de escapar la destrucción que viene como un torbellino. Para que puedan pasar a través de todas las olas y tormentas, hasta llegar al puerto de salvación. Lloren por ustedes, hasta que él seque el llanto de sus ojos. Y entonces, lloren todavía por la desdicha que vendrá sobre la tierra. Hasta que el Señor de todas las cosas ponga fin a la miseria y el pecado, seque las lágrimas de todos los rostros y la tierra sea llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.