Page 10 - El gran capitán
P. 10

4.- El fútbol es mi pasión
- Está bien, mamá, si Pablo quiere un chico pues escuchamos la historia de un chico.
- Os cuenta la ultima historia que luego tenemos que hacer deberes. - Siiiií, dijeron los dos a la vez.
- Nunca os había visto tan emocionados por hacer deberes.
- No, mamá, hemos dicho sí a que nos cuentes otra historia.
- ¡Pues que libro más grande!, dijo Natalia. A mí los libros de la biblioteca del cole me duran como mucho una semana. Por las noches le leo un poquito a Flami y nos quedamos dormidos rápido.
- ¡Nataliaaa, deja a mamá contar la historia! No interrumpas.
- ¡Mamá, yo quiero ser como él! Me encantaría ser un ejemplo para mis compañeros.
- Pues para eso debes amar lo que haces, disfrutar con cada cosa. Es la única forma de hacer grandes cosas. Si amas lo que haces todo se será más sencillo. ¡Ama lo que haces, Pablo!
- Yo ya lo hago. Me gusta tanto pintar y jugar con las muñecas que Flami me sigue a todos los lados, siempre está conmigo. Lo que yo digo él lo hace. ¡Soy un ejemplo para é! Él otro día, Flami me dijo que quería ser como yo.
- Claro, Flami es un peluche, así cualquiera. Además los peluches no hablan.
- Es un peluche, pero no un peluche cualquiera. Es mí peluche y me quiere mucho. Mira cómo me abraza.
Y, mientras Natalia abrazaba fuertemente a Flami, a Pablo se le iluminaron los ojos y dijo con una gran sonrisa en la cara:
- ¡Creo que ya lo he entendido! Cuando juego con papá al fútbol siempre se emociona y empieza a decir “Oliver y Benji”. Pega saltos e intenta hacer piruetas. Se imagina que el balón vuela y hace cosas raras en el aire. Yo no sé quienes son pero me imagino que son como Cristiano y Messi.
- Oliver y Benji eran unos dibujos animados de fútbol de cuando nosotros éramos pequeños. Je, je, me estoy imaginando a papá jugando con vosotros al fútbol.
8
Corazón Inquieto tenía una amigo que se llamaba “Pasión Contagiosa”. Bueno, era más que su amigo era su ídolo. Pasión Contagiosa tenía solución para todo. Tenía un libro mágico donde siempre encontraba la respuesta para todo. Iba todo el día con su libro debajo del brazo. Lo leía por la mañana, al mediodía, por la tarde. Se lo sabía casi de memoria.
Nuestro héroe era muy famoso. Todos los días recibía a gente con problemas y, gracias a su libro, les ayudaba. Todo el mundo hablaba maravillas de él. Siempre estaba ayudando. Si él proponía algo todo el mundo obedecía. Si alguien tenía un problema él siempre animaba. Era un hombre que tenía mucha fuerza interior. Su fuerza interior era la sabiduría que Dios le había puesto en su corazón.


































































































   8   9   10   11   12