Page 19 - Nuestras Guerras
P. 19
GREGORIO. Llevas razón, hijo. (Pausa) Mira que tarda tu padre.
PABLO. Le detienen en la escuela por cualquier quita de aquí estas pajas. Como es sólo el
conserje. Y lo hacen a posta, puedo jurarlo. Le tienen manía. GREGORIO. Es que habla tanto y tan fuerte.
PABLO. No. De eso, nada, tío. Su primo Timoteo lleva muchos años de callar como un mudo. Sí. Ahora, con usted aquí, está desconocido. Siempre en silencio, pensando en otra cosa. Siempre, aguantar y aguantar. Años y años. Por eso le tienen manía, porque no le arrancan ni sonrisas ni quejas.
GREGORIO. ¿No tiene amigos?
PABLO. Sólo se encuentra, por momentos y para hablar en voz muy baja, con la tertulia de otros represaliados que, con miedo y cuidado, se muestran Mundo Obrero. Pero verlo a usted le ha sacado una ilusión que hasta a veces da miedo.
GREGORIO. ¿Con tus hijos no ríe?
PABLO. Sí. Pero como está tan poco en casa. GREGORIO. ¿Y contigo?
PABLO. Antes sí, muchísimo. El me enseñó a leer y me abrió el mundo. Por él leo mucho. No vaya usted a pensar que los electricistas de las izquierdas somos tan brutos como los magnates de las derechas. Pero desde mi boda... Sí, me habla poco.
GREGORIO. ¿Es un facha tu suegro?
PABLO. Qué va, tío. Son ideas de mi padre. Tan facha como todos los españoles que tienen que hablar de una sola manera. No es de izquierdas, eso es verdad. Pero era muy joven en la guerra y le cogió en Sevilla del lado nacional. El es aquí un charnego, como nosotros, pero allí estaba del lado nacional y por eso mi padre inventa. Quisiera oírlo decir barbaridades contra el régimen. Claro que mi suegro se ha enfadado las pocas veces que mi padre ha abierto la boca para decir sus cosas. Y eso mi padre no se lo perdona. Como no me perdona dejar que mi suegro me ayudase con una colocación mejor, porque él es funcionario de uno de los sindicatos del Movimiento. Pero aquí no hay sindicatos que no sean del Movimiento, tío. Y eso es y nada más. Pero no canta el Cara al Sol, aunque sí vaya a misa todos los domingos y se lleve a los críos. (Pausa) Pero, nada, que yo no hago caso de esas cosas de mi padre. Sé que me quiere como a nadie. Que me habla con los ojos. Que me sabe a su lado y sabe que lo sigo. Pero, ahí va de conserje, siempre en silencio, como si todavía fueran a buscarle los guardias civiles para darle unas hostias en medio del patio,