Page 28 - Nuestras Guerras
P. 28
TIMOTEO. ¿Ya se ha marchado el Gregorio?
PABLO. ¿Qué dice usted?
TIMOTEO. ¡Coño! ¿Que si se ha muerto?
PABLO. Eso, sí. Que el tío Gregorio se ha muerto en México. TIMOTEO. Pues con haberlo dicho.
PABLO (tras pausa). Y.., ¿no le duele a usted?
TIMOTEO. ¿Dolor..? Es otra cosa. Quizás es alegría porque se acaba todo. Porque viene a
anunciar que yo habré de seguirle. Y, ¡coño!, Franco sigue tan fresco.
PABLO. Pero.., aquello de viajar usted para México.., con sus camaradas.., o con los de la FETE.., aquello puede hacerse todavía. Yo tengo ahorrado algo...
TIMOTEO (con gran ternura). Hijo mío. Aquello lo has creído. ¿No? ¿Te ilusionaste?
PABLO. ¿Y usted?
TIMOTEO. Mira, hijo mío. Acababas de nacer cuando tu padre fue condenado a muerte. Y, luego, no pienses que conmutaron la sentencia. Solamente la aplazaron. Cuando tu madre y tú fuisteis a recibirme a la puerta de la cárcel, tampoco quedaba libre. Fue mi condena a trabajos forzados. Otros les cavaron un valle a sus caídos y yo salí con vosotros, puede ser que a lo mismo. Franco no ha perdonado nunca. Y nosotros, tampoco. Yo no quería ir ahora a México como asilo, no político, sino de ancianos muertos. Me mataron cuando entregué mi arma y os dejé a vosotros en el pueblo, solos y rotos. Ahí fue de verdad. Lo que recibisteis al salir de la cárcel fue un muerto. Has sido un niño roto que carga con un muerto. Eso hemos sido. Pablo, hijo, si digo estupideces es por eso, porque tú has cargado por toda España con el cadáver vivo de tu padre. ¡Vaya si he de quererte! ¡Qué coño! Te ha tocado lo peor. Para ti ni siquiera el fulgor de esperanza que tuvimos con las balas. Tan sólo un lento arrastrar al muerto. Que encima, hijo, ahora chochea.., dice gilipolleces...
PABLO. Padre, no ha sido así, no diga tonterías. He sido muy feliz con madre y con usted. Y después, cuando ella murió, con usted solo, aunque a veces me exija demasiado. Usted sabe que si cuido que no me vean por aquí es por los hijos. No quiero repetir historias...
TIMOTEO. La historia nunca se repite, y si lo hace es farsa, decía Marx. Como farsa soy aquí, solo, conspirando conmigo contra nadie. Y bien lo sé. Te exijo tonterías. Pero yo sé que tú lo sabes. Y sabes que eres lo único que tengo.