Page 7 - Nuestras Guerras
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TIMOTEO. Que no, hombre. Entiendo lo que dice. Que aquí también se saben cosas y se lee Mundo Obrero. La Revolución de Octubre y el pueblo soviético son una cosa, pero a Stalin ya lo puedes tocar todo lo que quieras. Hasta el Comandante Carlos ha dicho sus verdades. Ya se sabe que acabó por traicionarnos en la guerra. (A Gregorio) ¿Qué no es verdad que nos traicionaron?
GREGORIO. Todos. Los franceses con Leon Blum a la cabeza. Y Churchill. Y después el hijo de puta de Eisenhower.
TIMOTEO. Pues claro que sí. Y llegaron los yankees. Ah, cómo me he reído yo con Bienvenido mister Marshal.
MANOLO. Pues al PRI le pagan los yankees. Pero ya estamos entrando al momento histórico del ocaso de su imperio.
PABLO. El ocaso de un imperio, olé. ¡Vaya con el crío!
TIMOTEO. Pues sí, vaya y venga. Háblanos de ese momento histórico, cuenta, cuenta. Que te brillen los ojos al contarlo. Y tú, Pablo, oye un poco de lo que ocurre fuera. Que aquí estamos acogotados y sin noticias.
MANOLO. Pues ya se luchó en París, y en Praga y dicen que ahora en Madrid los universitarios.
TIMOTEO. Naa... En Praga fue otra cosa. Y en Madrid qué va. Que aquí en España nunca ocurre nada. Que aquí nos han cortado los cojones, y la lengua, Gregorio, y la lengua. Y ya a mi edad, eso es lo peor: estar sin lengua.
GREGORIO. Pero las cosas cambiarán, Timoteo. Ni tú ni yo nos moriremos sin ver cómo revienta el Enano del Pardo. Te lo aseguro.
TIMOTEO. ¡Ay, Gregorio! Si eso lo creyeras, no hubieses venido. ¿O no es verdad? Has venido porque te sientes viejo y has temido no regresar a la tierra antes de que aquel reventara. ¿A que sí?
GREGORIO. Pues sí, pero no tanto. Por eso he entrado con mi pasaporte mexicano. Miradle. Cuando él reviente, vendré como español a exigir mis derechos que vaya si los tengo, como maestro nacional y como combatiente republicano. Los mismos derechos que tú. Vendré Timoteo y exigiremos juntos.
MANOLO. Yo creo que eso va a ser muy pronto. Dicen que está tan enfermo que ya gobierna el Opus.