Page 184 - Secundaria - Comprometid@s con la Historia de México - 3er Grado
P. 184
La sucesión presidencial se volvió la decisión más delicada del PRI, porque la designación de un candidato que tuviera suficiente fuerza con los diferentes sectores que integraban el partido generaba inconformes o rebeldes dentro del partido que buscaban la candidatura sin el visto bueno del presidente. Y de hecho, así sucedió cuando hubo que nombrar al sucesor de Miguel Alemán, para el sexenio de 1952 a 1958: se postuló a un civil, Adolfo Ruiz Cortines (1890-1973), pero el general Miguel Henríquez Guzmán (1898-1972) consideró tener más méritos y se postuló como candidato a la presidencia. Lo propuso la Federación de Partidos del Pueblo (FPP) integrada principalmente por algu- nos generales que se resistían a dejar el poder en manos de los civiles y por un grupo de la clase media que criticaba al gobierno de Alemán por su fama de corrupto, de haber gastado demasiado y por haber endeudado al país. Hubo vio- lencia. Cuando se declaró presidente electo a Ruiz Cortines, los partidarios de Henríquez protestaron enérgicamente y organizaron manifestaciones de descontento en contra de lo que calificaron de fraude electoral. El gobierno reprimió las manifestaciones y disolvió la Federación de Partidos del Pueblo.
En las elecciones presidenciales para el periodo 1958-1964 se encontró la forma de evitar la violencia derivada de las divisiones dentro del PRI: Adolfo Ruiz Cortines (1890-1973), el presidente de la República, designó como sucesor suyo a Adolfo López Mateos (1910-1969). El candidato del PRI no tuvo verdadera oposición pues, según las cifras oficiales, el PAN (que era el partido más fuerte de la oposición) apenas consiguió 10% de los votos; López Mateos resultó electo. Al procedimiento mediante el cual el presidente elegía como su sucesor a uno de sus colaboradores cer- canos, pero no revelaba el nombre, se le llamó “tapadismo”. Se dice que se “destapa” al candidato, cuando su nombre se da a conocer oficialmente. Como ves, nadie podía participar en la elección del candidato oficial, excepto el presidente, lo cual le daba in- menso poder. Se llamó presidencialismo a este sistema de control por parte del presidente cuya “llave maestra” para asegurar el control era el tapadismo. Dicho procedimiento, evitó, durante mucho tiempo, divisiones priístas. Si en el porfirismo la clave del régimen fue la reelección, ahora el presidencialismo se convirtió en la clave del sistema político posrevolucionario. El límite al presidencialismo fue el respeto a la no reelección. Más adelante verás que la figura presidencial, por diversas circunstancias posteriores, per-
dió gradualmente poder.
El indigenismo
A los gobiernos posrevolucionarios la imagen del indígena les sirvió para reforzar su idea de alianza social de todos los grupos del país. Durante los gobiernos posre- volucionarios se apoyó la idea de un país homogéneo según la cual el Estado debía esforzarse por incorporar al indígena al nivel económico, social, político y cultural a que habían llegado los mestizos, sin importar que para ello los indígenas tuvieran que abandonar o transformar por completo sus tradiciones, su idioma y su modo de vida tradicional. Se conoce como indigenismo a la manera de pensar y actuar con respecto al indígena, la cual prevaleció principalmente en las décadas de 1940 y 1950. El indige- nismo también buscó promover que la parte mestiza de la sociedad se interesara en lo indígena y que adoptara ciertos aspectos de los indígenas, de modo que ambos grupos
tan distintos se integraran en una sola nación.
El indigenismo no fue propio solamente de nuestro país. De hecho en 1938, en Lima,
Perú, se efectuó el Congreso Continental de Indianistas, de cuyas conclusiones se derivó la creación de un Instituto Indigenista Interamericano. Éste se hizo realidad en 1940, en Pátzcuaro, Michoacán, donde se celebró el Primer Congreso Indigenista Interamericano. Ocho años después fue aprobada la ley de creación del Instituto Nacional Indigenista (INI). En los mencionados congresos y en el INI intervinieron antropólogos, lingüistas, geógrafos, músicos, economistas, sociólogos, historiadores y otros estudiosos. El instituto vivió más de medio siglo (en 2003 se transformó en la Comisión Nacional para el De- sarrollo de los Pueblos Indígenas, CDI) y constituyó un gran avance pues dotó de recursos e importancia a los indígenas. Sin embargo, “la otra cara de la moneda” del indigenismo, durante décadas, fue la falta de valoración real, de aceptación y de respeto a los pueblos originarios pues en el fondo se les consideró inferiores a la cultura dominante. Fíjate que de alguna forma esta visión del indigenismo aún subsiste si consideras que en muchas comunidades indígenas actuales los padres no enseñan su idioma originario a sus hijos por temor o vergüenza a que sean discriminados. Para relacionar al indigenismo con lo que has estudiado en Formación Cívica y Ética, en el bloque 3, te proponemos la siguien- te actividad.
Figura 4.18
El indigenismo fue la forma ideada para
construir la identidad nacional tras la Revolu- ción. Lo indígena se valoró pero sólo como folclor: la comida típica, las arte- sanías, etcétera. De esa época proviene, la idea de bailar en las escuelas las danzas autóctonas y de “presumir” el arte popular alrededor del mundo (las piezas que ves en estas fotos están expuestas en dos museos europeos y
se fechan en los años cin- cuenta). Sin embargo, en la práctica a los indígenas se les continuó discriminando en muchos aspectos, como en negarles trabajo por ser indígenas.
184
Bloque 4