Page 44 - Secundaria - Comprometid@s con la Historia de México - 3er Grado
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                           Imagínate: los mercados se llenaron de gran cantidad de productos nuevos que ahora se vendían en los puestos de los tianguis (los indígenas habían incorporado a su dieta el pan, la carne de puerco y de gallina, entre otras cosas; y los es- pañoles habían incorporado a su mesa el pulque, las tortillas, guisos de guajolote y chiles). La población se concentró en el centro de Nueva España y las costas quedaron considerablemente despobladas, pues habían sido las partes más afectadas por las epidemias (como la viruela y el sarampión). En general, las transformaciones fueron más rápidas en las ciudades que en el campo. Fue notorio el trazo de ciudades y pueblos organizados en torno a una plaza central. En el campo fue manifiesta la presencia de ganado y de nuevos cultivos como los cítricos (naranja, limón) y la caña de azúcar. No obstante, hubo continuidades: la más importante, el cultivo y el consumo del maíz.
La ganadería
En Nueva España, los indígenas acostumbraban criar guajolotes, perros y en algunas zonas también iguanas. Los españoles introdujeron vacas, bueyes, borregos, puercos, gallos y gallinas, aburridos como estaban de comer y comer guajolote y tortillas. Una desventaja, entre otras: el ganado se metía a los cultivos de los indígenas y se comía las cosechas. Y dos ventajas, entre otras: algunos nativos encontraron una nueva fuente de empleo cuando trabajaron pastoreando las cabras o bueyes de los españoles, y tal vez desde entonces ya se pedían tacos de carnitas (combinación de puerco con tortillas).
Nuevos cultivos
En Nueva España, los indígenas cultivaban, entre otras plantas, maíz, frijol, chile, calabaza; los españoles introdujeron importantes vegetales que modificaron la dieta: trigo, plátano, olivos, naranja, vid y limón. Y de México a Europa viajaron en carabela el cacahuate, el cacao (para hacer el delicioso chocolate), la calabaza, el aguacate, la papaya, la guayaba, la piña, los diferentes tipos de zapote, el chile y la vainilla ¡entre otros muchos productos!
La minería
Al principio los españoles explotaron los yacimientos superficiales de oro conocidos por los indígenas; sin embargo, esos yacimientos se agotaron hacia 1550. Entonces el gobierno español impulsó expediciones en busca de ese metal.
El más importante hallazgo sucedió en Zacatecas, en donde se encontró una veta de plata tan grande como la del cerro del Potosí, en Perú. De dicho cerro se extraía tanta plata y de tan buena calidad que el Nuevo Mundo era concebido como un increíble e inacabable centro de riquezas. La plata de Zacatecas llevó a que muchos individuos emigraran al norte de Nueva España a buscar y fundar minas, algunos a trabajarlas y otros a administrarlas.
A las poblaciones que surgieron en las regiones mineras se les llamó reales de minas, muchos de los cuales se convirtieron en ciudades importantes. En efecto, las minas atrajeron a una gran cantidad de población, que a su vez demandó bienes y servicios. En consecuencia, cerca de los reales de minas se criaba ga- nado, a fin de producir carne y productos lácteos consumibles por los mineros y el resto de la población. Asimismo, a causa de la minería se abrieron caminos para el transporte de los metales y para el abastecimiento de los reales de minas. Por los caminos, de terra- cería, transitaban carretas tiradas por animales, las cuales sufrían ataques frecuentes de
ladrones.
Gracias a la actividad minera surgieron importantes núcleos de población en la re-
gión del Bajío, la zona más inmediata al norte, la cual comprende parte de los actuales estados de Querétaro, Guanajuato, San Luis Potosí y Michoacán. En la época novohis- pana, el Bajío fue un centro tan importante de producción que se le llamó “el granero de Nueva España”. Desafortunadamente la minería acarreó la deforestación de extensas zonas cercanas a las minas, ya que éstas utilizaban como combustible enormes cantida- des de madera.
La expansión hacia el norte fue muy difícil y tardada. Los belicosos pobladores indí- genas de la región fueron un serio problema para los españoles; como no estaban organi- zados en señoríos, a los españoles les resultó difícil pacificarlos. De ahí que el avance de la colonización fuera siempre acompañado de un avance militar que protegía a mineros y comerciantes contra los ataques de los “chichimecas”. Las fundaciones llegaron hasta Nuevo México, hoy Estados Unidos. Para unirlas, se creó un camino principal, el Cami- no de Tierradentro, y caminos subalternos.
El Camino de Tierradentro era la columna vertebral de la Nueva España. Era el cami- no central que iba desde la ciudad de México hasta el punto más al norte de la Colonia, Santa Fe, Nuevo México. Otros caminos secundarios dependían de él para llegar, por ejemplo, a Monterrey, capital de Nuevo León, que no tenía acceso directo a Tierradentro
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villamos de la expresión de la riqueza del arte novohis- pano, por ejemplo, en Zaca- tecas. Claro ¡era el principal centro minero!
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