Page 86 - Secundaria - Historia de México - 3er Grado
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antiguo resentimiento [...] El gobierno, desconfiado de los crio- llos, da los empleos importantes exclusivamente a naturales de la España antigua, y aun, de algunos años a esta parte, se disponía en Madrid de los empleos más pequeños en la administración de aduanas o del tabaco [...] no era una política suspicaz y descon- fiada, sino un mero interés pecuniario el que distribuía todos los empleos entre los europeos. De aquí han resultado mil motivos de celo y de odio perpetuo entre los chapetones (españoles) y los criollos.”
Fuente: Alexander von Humboldt, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, México, Porrúa, 1991, p. 76.
Figura 2.12 Patio de la Academia de San Carlos. En esta institución se impartieron cursos relacionados con la en- señanza del arte. Después de la Independencia se reestruc- turó y siguió siendo un centro de enseñanza; en la actualidad pertenece a la Universidad Nacional Autónoma de México y es sede de Posgrado de Artes Plásticas.
SABER MÁS
La influencia francesa tam- bién llegó al ámbito de lo cotidiano por los franceses que residían en el país.
Por ejemplo, con el virrey Revillagigedo llegaron médicos, arquitectos, mo- distas, cocheros, cocineros y peluqueros, entre otros, que impusieron la moda de ese país, por ejemplo, en los sombreros, las pelucas o los platillos.
Mientras en España se organizaba la resistencia ante la ilegitimidad que repre- sentaba José Bonaparte, del otro lado del océano, en América, algunos criollos co- menzaron a organizar juntas provinciales a semejanza de las que habían aparecido en España. Fue entonces cuando en la Ciudad de México se reunió el ayuntamiento con la idea de establecer una junta autónoma que gobernase mientras retornaba al trono el rey español.
El Ayuntamiento de la Ciudad de México estaba conformado en su mayoría por criollos ilustrados; entre sus miembros más destacados se encontraban los licencia- dos Juan Francisco Azcárate y Lezama (1767-1831) y Francisco Primo de Verdad y Ramos (1760-1808), quienes argumentaron a favor de la soberanía popular afirman- do que si el monarca legítimo Fernando VII había sido depuesto del trono, el gobier- no lo debería ejercer el propio ayuntamiento por ser representante del pueblo. Se trataba de una medida transitoria mientras retornaba al trono el monarca legítimo, acción que no fue bien vista por los peninsulares.
Golpe de Estado de los peninsulares
El virrey José de Iturrigaray y Aréstegui (1742-1815), hombre de ideas ilustradas, coin- cidió con el planteamiento de los criollos del Ayuntamiento de la Ciudad de México y estuvo de acuerdo en que se formara una junta de ayuntamientos novohispanos que preservara el poder para el rey igual que las juntas soberanas de la península. Sin embargo, en la Nueva España no todos pensaban de la misma manera; no gustó a los españoles de la Audiencia el pensamiento liberal de las juntas españolas por- que querían continuar con sus privilegios. Para conseguirlo necesitaban mantener las cosas como si no pasara nada, es decir, obedecer al gobierno de Madrid y recha- zar las juntas representativas tanto de España como de la Nueva España.
Por esa razón, la Audiencia al enterarse de la decisión del virrey Iturrigaray de apoyar la formación de la junta en 1808, secundó al hacendado Gabriel Joaquín de Yermo y de la Barcena (1757-1813) para ponerse al frente de un grupo armado y dar un golpe de Estado en contra del virrey y del Ayuntamiento de la Ciudad de México. Los líderes del movimiento apresaron a los licenciados Azcárate y Primo de Verdad, destituyeron a Iturrigaray e impusieron en su lugar a un nuevo virrey Pedro María de Garibay (1729-1815), dócil a los dictados de la Audiencia.
Conspiraciones e insurrección de 1810
Debido a la crítica situación de la Nueva España y a los acontecimientos internacio- nales, como la difusión de ideas ilustradas, la independencia de las colonias ingle- sas, la invasión napoleónica a España y ante el fracaso del intento de formar una
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