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Cuento 236


                                          La Lancha del Bote


               El niño gordo dijo: "Querido amigo, tan estimado, tan inquebrantable,

               por favor, oh por favor ayúdame a lanzar mi lancha. Lo haría yo mismo
               si no fuera por mi gran barriga y mi gran, gran cadera”.



               El otro contestó: “Amigo gordo, si alguna vez vas a perder tu barriga

               grasosa o tu cadera aun más gorda, la pereza es un hábito que deberías
               dejar”.





                                                                                              Cuento 237


                                            Su Último Paseo


               Salvar nuestras almas era lo Jesús quería. Así que por cuarenta días


               ayunó y se puso profundamente delgado y demacrado. Sabía pronto que


               emprendería su camino al Calvario, y oiría a aquellos burlándose e

               insultándole.


                                      ¡Elogia tu grandeza!


                                      ¡Haz alarde de tu corona de espinas!

               En todo momento su coraje no disminuyó, aunque llorosas estaban María


               y su tía.
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