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alientan a crear mejores días para el país. Después de todo, aprendemos a SIRVE VIVIR SI SE VIVE PARA SERVIR
ser valientes y a salir de las dificultades.
Me siento afortunada de haber nacido en este país, el mismo que es
tan rico como diverso, así como bendecida por tener ahora mismo al- Cada día de mi vida tuve presente esta frase, desde mi niñez, con mi
guien con quien compartir mi vida y amor; también es mi medicina. El madre siempre dispuesta a ayudar a los demás, sin esperar nada a cambio.
convivir nos ha enseñado a crecer juntos y a cuidarnos mutuamente; por Además, en mi querido colegio, donde no solo nos exigían académica-
lo tanto, me hace sentir segura y que no todo es tan malo como aparenta mente, nos inculcaron el servicio a la comunidad, motivo por el que tuve
ser. ¡Qué feliz me hace! la oportunidad de asistir a una casa campesina, en la que palpé de cerca
la necesidad y gratitud de personas olvidadas por sus familias y por la
Agradezco la oportunidad de poder escribir estas líneas, conjugada sociedad.
con la satisfacción de que alguien me leerá en algún momento. Es otra
manera de servir. Cuando caminaba por las calles de mi Latacunga y veía a los niños
pedir caridad, unos con carita de desesperanza y otros llenos de lágrimas
en sus ojos, no entendía su dolor. Pensaba que estaban enfermos y que
Autora: Md. Lorena Monserrath Acosta Solís otros no encontraban a sus papás; pero mi corazón además de latir más
rápido, se hacía pequeño, puesto que sentía que no podía hacer mucho
por ellos; por lo tanto, a manera de revelación, supe que tenía que escoger
una profesión en la que podría ayudar al prójimo, en este caso, cuidando
la salud de todo ser humano que pase por mi vida. Teniendo tan solo
dieciocho años, con profunda y natural tristeza, dejé a mi ciudad natal y
a mi amada familia, para poder estudiar en una prestigiosa Universidad
de la capital; llena de temor, pero con mucho entusiasmo y amor a esta
profesión a la que le he dedicado mi vida 24/7.
Iniciar una nueva etapa en la capital, sola, dónde la inseguridad era
un tema cotidiano y llegar a casa me tomaba cerca de cuarenta y cinco
minutos, no fue nada fácil; sin embargo, la fortaleza que Dios me dio en
cada amanecer, me mantuvo firme en la lucha constante para aprender
de la carrera, y de la ciudad. Cada mañana se convirtió en un nuevo reto,
pasando por cada aula, materia, semestre, en los que conocí a grandes
maestros, compañeros y a mis verdaderos amigos, con quienes mantengo
contacto hasta la actualidad.
Además, reconocí mis preferencias, dentro de la amplia gama de es-
pecialidades que ofrece la medicina, por lo que, además del interés por
las ramas clínicas, el área administrativa me llamaba la atención, con-
virtiéndose “Administración en Salud”, en una de las materias favoritas.
No puedo afirmar si un semestre fue más complicado que otro; todos
tuvieron complicaciones y desafíos, por distintos motivos, pero estoy
segura de que a cada uno de ellos le dediqué al máximo cada segundo
de mi vida, sin feriados ni días libres, sacrificando fechas importantes,
celebraciones con mis seres amados, y relaciones personales con amigos
de la localidad; inclusive, no podía viajar todos los fines de semana a
Latacunga y cuando lo hacía, era a seguir estudiando.
Aún recuerdo cuando comencé los turnos en las noches de un im-
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