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portante y tradicional hospital capitalino, cursaba cuarto semestre; a uno hizo que todo sea más fácil. El centro de salud, ubicado a quince minutos
de ellos llegué a las 19h00, sin comer, dado que se me acortó el tiempo de la ciudad, abarcaba 32 recintos, con una población para, ese entonces,
al salir de clases, y uno de los tantos pacientes que llevaba varios días de 6985 habitantes. Desempeñé varias actividades, como atención mé-
hospitalizado, muy amablemente, me regaló una fruta, la misma que me dica, charlas en la sala de espera, formación y organización de clubes
comí mientras conversamos de su cirugía programada, me despedí y con- (embarazadas, adulto mayor, adolescentes y discapacitados), ferias de
tinué con las actividades. Al día siguiente, pasé a saludarlo y a decirle salud, visitas domiciliarias, campañas de vacunación, inclusive de perros
que todo estaría bien y que nos veríamos el próximo turno; llegado el y gatos; y algo que me apasionaba era dirigir el centro de salud cuando
momento, volví, pregunté por él al médico tratante, quien me trasladó la me dejaban de coordinadora encargada. Una vez más aseguraba que, en
dura noticia de que el hombre había fallecido en la cirugía. ¡Qué dolor mis planes futuros, estaba la administración en el campo de la salud.
sentí!, no podía creerlo; así, supe lo que vendría por delante durante mu- Lo más bonito de los clubes, fue las actividades con los adultos ma-
chos años. Y es así, esta profesión está llena de satisfacción, pero también yores, siempre dispuestos a colaborar y participar; celebramos cada fecha
posee momentos de tristeza, para recordar que a la muerte se la acepta importante y con su carisma y ternura, todos volvían contentos a sus ho-
como un proceso fisiológico normal.
gares. En mi mente y mi corazón siempre está presente Doña María, una
El externado, hasta décimo semestre, fue un tour por casi todos los dulce mujer de 65 años, que siempre iba a buscarme al Centro de Salud,
hospitales de Quito mientras que, durante el último año de estudio, el porque eliminé su permanente dolor de cabeza al cambiar de antihiper-
internado rotativo me llevó al norte de Quito. Tantos años de adquirir tensivo, respecto al que tomaba. Siempre que volví de las vacaciones y
conocimientos y destrezas, llenos de tensión por la dificultad de las ma- días libres, me recibía con un fuerte abrazo y me recordaba que me ex-
terias, las interminables horas de estudio, las clases en la universidad y trañaba; se puso muy triste cuando supo que el año rural terminó. “¿Qué
no se diga en el hospital, son inolvidables, sin duda, soportados por la voy a hacer sin Usted?” me decía.
familia que formé en el camino, en relación con los amigos, hoy colegas, No cabe duda que la mejor experiencia que me llevé de aquellos doce
que compartieron el rumbo.
meses, fue el cariño que muchos pacientes me demostraron en cada con-
En octubre de 2016 llegó el día tan anhelado, en el que al fin tuve en sulta o en cualquier momento compartido. No he tenido mejor recono-
mis manos el título de Médico. Fue un triunfo personal y familiar, puesto cimiento a mi desempeño, tanto laboral como personal, que la gratitud
que detrás de ello, también está el esfuerzo de las personas que me apo- de los pacientes. Las ganas de ayudar a quienes más lo necesitan son mi
yaron tanto psicológica como económicamente; pero el camino recién motor diario.
empezaba. En diciembre del mismo año el sorteo de la rural se realizó Como los sueños son para convertirlos en realidad, en enero de 2018
en Riobamba; los nervios me invadían al estar en la séptima categoría inicié un nuevo ciclo estudiantil, en la Especialización de Gerencia en
del sorteo, y quedar al azar en el lugar 550 de 714 mujeres, sin saber qué Salud, en otra prestigiosa Universidad de Quito; un año lleno de sabi-
plazas estarían disponibles cuando me llegue el turno. Consulté con va- duría impartida por exitosos profesores y colegas de esta área, que in-
rias personas, buscando luz e inspiración, y una amiga me dijo que esco- centivaron mi crecimiento profesional y sobre todo personal. Compartir
gería Santo Domingo, dato que me sirvió para recordar a familiares que aulas e ideas con grandes seres humanos hicieron de esta, una experiencia
vivían allá; por lo tanto, revisé posibles lugares, llamé a los nombrados enriquecedora y uno de los mejores años de mi vida. Creo que el ejer-
para recibir guía, pero no recibí respuesta en todos los intentos.
cicio de esta noble especialidad se basa en los principios de la bioética,
Acudí a mi padre y sus consejos; su respuesta fue que elija “Julio trabajando por la población más pobre y vulnerable, quienes, por sus li-
Moreno” como destino, al ser un sitio turístico y que eso podría repre- mitados recursos, piensan que la salud es únicamente de los que tienen
sentar facilidades al momento de vivir allá. A la hora de la hora, esa poder económico.
plaza no estuvo disponible, y en la incertidumbre, revisando urgentes Siempre tuve presente que parte de mi formación tenía que realizarla
posibilidades en la hoja, pronuncié una de las pocas que quedaban. Se- en un hospital, para desenvolverme en el medio y adquirir destrezas de
gundos de silencio y una voz dijo: “Bienvenida a su año de salud rural, mayor complejidad. A mediados de 2019 comencé la residencia asisten-
¡Felicidades!”. No tenía idea del lugar que escogí.
cial; para mi sorpresa, en el servicio de ginecología, lo que me generó
Mi primer año de desempeño como profesional comenzó en enero dudas, puesto que sentía que no podría desempeñarme en dicha área, ya
del 2017, otra vez lejos de casa, en una ciudad nueva, sin amigos, pero que en el internado rotativo no gané experiencia en partos, cesáreas y
cerca de la familia materna. Viví con mi tía abuela, quien con su ayuda demás situaciones de ese ámbito; sin embargo, tomé valor, firmé el con-
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